«Los que siembran entre lágrimas cantando cosecharán» Salmo 125.
Entre los días del 23 al 27 de julio la pastoral vocacional quiso partir a la zona de Diego de Almagro, Región de Atacama, que a mediados de marzo fue afectada por las lluvias y los aluviones que sufrió gran parte de esa región. Aquí compartimos las impresiones y miradas de la PV, desde el carisma de la Congregación.
Por Atilio Pizarro ss.cc.
Contemplamos la realidad de este sector que estaba sufriendo tanto por el aluvión, el olvido de los afectados por partes de las autoridades, soledad, el duelo por la pérdida de los seres queridos, una huelga legal de parte de los contratistas de Codelco y la muerte del compañero Nelson Quichillao López. El ambiente en la zona era de mucha tristeza, no solo en la mirada de la gente sino en la misma ciudad, pues sus calles mostraban la fuerza del desastre natural. Pudimos contemplar que la presencia de Dios estaba con ellos, no solo en la ayuda, sino en la fe que la misma gente le atribuía a Él. No se sentían solos sino acompañados de un Padre bueno que está con sus hijos en momentos difíciles, un Dios amigo y cercano que se mostraba en la solidaridad de la gente.
Vivimos, juntos a la gente la búsqueda de que es posible la unión entre los vecinos, los pobladores, la búsqueda de un bien común expresada en la pastoral social de la Parroquia, mujeres que buscaban simplemente ayudar a la gente desde el amor de Jesús. Ellas no hacían distinción alguna entre los afectados. No les importaba si eran católicos o evangélicos, izquierda o derecha, chilenos o extranjeros, lo único que importaba era ayudar porque eran sus hermanos y hermanas. Se notaba en la comuna la ayuda generosa de estas mujeres de la parroquia. Al mismo tiempo, pudimos hacer una pequeña comunidad entre los jóvenes y hermanos que participamos, pero sobre todo se vivió la fraternidad.
Nos fue Anunciado el Reino de Dios por parte esta comunidad, tan comprometida por lo que estaban haciendo. Por tratar de contribuir al bien común para todo ese sector que sigue sufriendo por los estragos del aluvión. No lo hacen para las cámaras de televisión pues ya no hay, sino más bien para GLORIA de Dios en los hermanos que más sufren. Nos fue ANUNCIADO cómo se tiene la confianza en el Señor Jesús y qué mejor que en el ejemplo del diacono Raúl de 85 años y su esposa Raquel que tenía 90 años (días después fue llamada al encuentro con el Señor Jesús Resucitado). Este hermano diácono, con su señora, nos mostraron el amor misericordioso de Dios, reconocido por toda la comunidad parroquial. ¿Cómo no dar gracias por las maravillas que nos regala? Termino dando gracias por cada una de la personas que nos recibieron con tanto amor, que nos mostraron con sinceridad su realidad y por sus sueños de confiar todo en las manos del Señor Jesús.