Por Alex Vigueras Cherres ss.cc., Superior provincial
Casi siempre la guerra atrae más guerra. La paz solo se construye con la paz.
Es indudable que los atentados en París fueron horribles: gente asesinada por haber salido a comer a un restaurant, por haber ido a ver a su banda favorita. Es el sin sentido total, o el absurdo sentido de los fundamentalismos.
Pero es igualmente horrible la represalia de bombardear ciudades, poblaciones civiles. Sabemos que este tipo de represalias, a la larga genera más odio, más deseo de venganza y, por tanto, más inseguridad.
Y lo más peligroso: pensar que basta bombardear, matar a culpables, presuntos culpables e inocentes para acabar con el terrorismo. La historia demuestra que no es así.
Lo más complejo de estos ataques es que varios de los terroristas son ciudadanos franceses: nacidos, criados y educados en Francia. Por tanto hay que hacerse la pregunta: ¿qué es lo que está provocando que jóvenes europeos de ascendencia árabe estén reclutándose en ISIS? Cuando lo que se esperaba es gratitud por todo lo que Francia les ha dado, responden matando.
Creo que esto debe llevarnos a reflexionar en torno a una sociedad occidental que no termina de ser acogedora e integradora con el diferente. Y esta integración pasa por tomar más en serio la manera de mirar y sentir del otro e intentar ponerse en su pellejo. Cuando lo que se busca es igualar, uniformar, no darle mayor relevancia a la diferencia, se generan personas segregadas, humilladas y se va incubando el odio.
La verdadera paz se comienza a construir en las escuelas, cuando se forma para la tolerancia y el respeto del otro, cuando se sabe que mi punto de vista no es el único válido, cuando se caen los prejuicios que me hacen temer al diferente.
Solo la paz construye la paz. ¡Malditas todas las guerras!