Por Angel Armoa ss.cc.
Hoy encendemos la tercera vela. Esperanza, paz y alegría.
Cuando les pregunto a ustedes ¿cómo están? Muchos responden: con achaques mil, pero vivo, con deudas, pero vivo. Es fantástico estar vivo. Por eso venimos en la casa de Dios y a encontrarnos con nuestros hermanos para celebrar otra manera de estar vivos, vivos en el Señor.
Venimos a la casa de Dios a recuperar otra alegría: la alegría en el Señor. Venimos a la casa de Dios a sanar otras enfermedades: las del corazón. Y a heredar la vida eterna con el Señor.
Aquí venimos a preguntar a Juan Bautista: ¿Y nosotros qué debemos hacer? La respuesta de Juan es sencilla, nada de grandes discursos abstractos, y hace referencia a la vida de cada día, al trabajo de cada día, a las relaciones de cada día.
«El que tenga dos capas dé una al que no tiene. No cobren más de lo debido. No abusen de la gente. No hagan denuncias falsas».
¿Qué debemos hacer nosotros? Esta pregunta no se refiere al pasado, sino al futuro. Nuestro pasado está ahí con nosotros. La lista de cosas que hemos hecho es larguísima. Tú conoces tu lista. Tú llevas tus cicatrices.
En tu lista hay una esposa/o engañada, un matrimonio roto, un fraude, un brujo visitado. La gran tentación nuestra es la de mirar al pasado, sentir su peso, vivir encadenado.
¿Qué debemos hacer hoy? Juan les respondía para vivir el presente, el futuro. A nosotros también nos responde hoy. Nos invita a mirar hacia delante, a romper con el pasado, a sacudirnos el peso muerto de nuestra vida muerta.
¿Qué debemos hacer hoy? Mirar al futuro. No hacer sufrir a nadie. No escandalizar ni maldecir a nadie. No deber nada a nadie.
Estamos aquí porque queremos ser cambiados, porque queremos revestirnos con el amor de Dios, porque queremos transformar nuestras cicatrices, porque queremos nacer de nuevo.
¿Qué debemos hacer hoy? Debemos hacer justicia. Debemos amar más para sufrir menos. Debemos dejarnos rebautizar por el Espíritu de Jesús. Debemos quemar nuestro pasado en el fuego purificador del bautismo en el Espíritu. Debemos acoger a Jesús en nuestro corazón y él nos dará el valor de abrirnos a los demás y hacer las obras del amor.
El hoy es «la vida es hermosa», porque nos amamos, porque Jesús está presente, y él hace el milagro de unas relaciones justas, amables, fraternas.
No podemos negar nuestros pecados. Pero Dios los puede cancelar. No podemos ocultar las heridas que nos han hecho los demás pero, con la ayuda de Dios, podemos vivir con ellas y abrirnos a los hermanos.
¿Qué debemos hacer hoy? Hoy, debemos hacer obras buenas, obras de amor, salir de nuestro encierro y mirar al Señor que viene, salir y encontrar al Mesías en los hermanos. Que así sea. Amen