Las lecciones de un joven arquero

Lo que ha hecho Ricardo Soto, el joven ariqueño de 16 años, en el tiro con arco ha sido notable: en el ordenamiento del cuadro quedó 13º de 64. Luego, derrotó al bielorruso Anton Prilepov (18º del mundo) y, posteriormente, le ganó por paliza al brasilero Bernardo Oliveira (99º del mundo). Ahora se dispone a disputar los octavos de final situándose entre los 16 mejores arqueros del mundo.

Ha llamado la atención la tranquilidad con la que Ricardo ha enfrentado esta competencia. Al preguntarle si sintió la presión de la barra local cuando se enfrentó a Oliveira, respondió: “Fue entretenido ganarle a un brasilero”. Cuando un periodista le dice: “¿Sabes que eres el mejor de la historia?”, él responde con sencillez: “No sé… Denisse [van Lemoen] fue campeona mundial”. Al comentarle otro periodista sobre su tranquilidad, él comenta: “No hay que dejarse llevar por las emociones… si uno se deja llevar por ellas la caga”. Finalmente, el periodista le pregunta si no está nervioso al saber que va a enfrentar al 5º del mundo en los octavos de final; él responde: “Lo he visto, es un arquero de muy buen nivel, extraordinario… así que va a ser entretenido… la competencia es flecha a flecha”.

Algunos han comentado que este joven tiene nervios de acero. Yo creo más bien que Ricardo se está tomando los Juegos Olímpicos como lo que son: unos juegos. No se ve a una persona obsesionada con la victoria y angustiado frente a la posibilidad de perder. Al contrario, se ve a un joven que disfruta cada momento de la competencia, que encuentra “entretenido” lo que a otro podría quitarle el sueño. Él tiene claro que no se le va la vida en la victoria o la derrota. No sería extraño que si llega a perder lo veamos con la misma sonrisa que ha mostrado en estos días en que los resultados le han sido favorables.

Esta actitud de Ricardo es interesante, no solo para enfrentar unos Juegos Olímpicos, sino también para enfrentar la vida. A menudo vivimos el día a día angustiados por el posible fracaso, por el imperativo de vencer siempre, y nos olvidamos de esa dimensión gratuita que la vida tiene. Somos invitados a decir, así como Ricardo, que esta vida, con sus bellezas y dolores es finalmente una experiencia entretenida, maravillosa, que vale la pena vivir.

 

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