Fuente Parroquia San José - Libertad
La parroquia San José de Libertad (Buenos Aires) vivió el jueves 11 de agosto un emotivo encuentro en torno al 40° aniversario de la muerte del obispo de la Rioja Enrique Angelleli, asesinado en La Rioja el 4 de agosto de 1976, por pronunciarse contra las violaciones reiteradas a los Derechos Humanos en tiempos de dictadura. Asimismo fue la ocasión para recordar el martirio de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, quienes fueron secuestrados y asesinados el 18 de julio de 1976 y del laico Wenceslao Pedernera, quien el 26 de julio del mismo año fue brutalmente asesinado en la puerta de su casa.
El encuentro, que congregó grupos de las diferentes parroquias del decanato Libertad-Pontevedra, comenzó con la celebración de la eucaristía, presidida por el actual obispo de la Rioja, Marcelo Colombo y el obispo de Merlo-Moreno Fernando Maletti, quienes celebraron junto a nuestros hermanos Ricardo y Gabriel. Dentro de los asistentes se encontraban dos sobrinos de Enrique Angelelli, quienes al final del encuentro agradecieron muy emocionados esta iniciativa en memoria de su tío Enrique.
Luego de la Eucaristía el obispo de la Rioja compartió y reflexionó con la asamblea la actualidad del testimonio de Enrique Angelelli y de los mártires de la Rioja, junto con comentar la complejidad del proceso judicial que tardó más de 30 años en esclarecer las condiciones de su muerte. Finalmente comentó el avance del proceso canónico que busca la declaración oficial de Angelleli como mártir de la Iglesia.
El encuentro fue una verdadera fiesta de la memoria de los mártires de nuestra Iglesia Argentina y al mismo tiempo una profunda ocasión para preguntarnos por nuestro propio seguimiento de Jesús. Ciertamente la figura de Angelleli se transforma para la Iglesia de América Latina en un gran referente de pastor y compañero de camino.
Mi vida fue como el cardón…
sacudida por los vientos
y agarrada a Tí, Señor;
vigía en noches de estrellas
para susurrarle a cada hombre:
“Cuando la vida se esconde entre espinas,
siempre florece una flor”.
Enrique Angelleli “Oración de mi sacerdocio”