Fuente: Comunicaciones Concepción
Con gran expectación fue recibido, en el frontis de la Catedral de Concepción, el Albergue móvil “La misericordia”, que fue bendecido previo a su funcionamiento, este 15 de mayo, en el centro de la ciudad.
Las autoridades y numeroso público se concentraron en la explanada del frontis del templo que respondió con aplausos cuando la máquina arribó al lugar, en una cálida mañana de otoño, donde la emoción no estuvo ausente.
Monseñor Fernando Chomali, gestor de este proyecto, indicó que “esto es lo nuestro; tenemos muchos albergues y este es uno más, con la diferencia que es móvil, pero novedoso”.
Recordó que “hay personas que duermen en la calle y un día dijimos qué vamos a hacer y surgieron varias ideas. Bendiciendo un albergue en Talcahuano, una persona dijo “un bus” y lo valoré como una “buena idea”. Llamé a Buses Hualpén para que me vendieran un bus y me respondieron que lo regalaban. Hoy, este bus estará dedicado a otros pasajeros”.
La iniciativa fue tomando forma con el apoyo de la Escuela de Diseño Industrial de DUOC UC, que desarrolló los planos para intervenir el bus y lograr transformarlo en un albergue con excelentes condiciones.
Monseñor Chomali agradeció a todos los colaboradores, mencionando entre ellos a la empresaria Elizabeth Gómez, quien ofreció los muebles, MASISA que colocó la madera, trabajadores de la empresa constructores y arquitecto Claudio Rozas, que habilitaron el bus; fundación Aninat, Fundación Adveniat, comunidad La Ascensión, Macarena Parra de un Cesfam y trabajadores de los sindicatos de Huachipato y Asmar.
En su discurso, el Arzobispo citó al Papa Francisco, quien ha impulsado una serie de iniciativas sociales para los más pobres. “Es la sociedad que queremos construir. Sé que no vamos a resolver los problemas estructurales que hay en Chile; se han hecho muchos esfuerzos y queda todavía mucho por hacer. Esto es una gota importante. Si cada uno se compromete ayudar a otra persona, vamos a cambiar Chile”, afirmó, enfatizando que “este bus pertenece a las personas y lo importante es que entre todos debemos sacarlo adelante”.
En la ceremonia, la mayoría de las personas que han colaborado en el Albergue Móvil recibió un peto de voluntario, como signo de compromiso y agradecimiento.
El alcalde de Concepción, Álvaro Ortiz, a nombre de la ciudad, llamó a visibilizar el grave problema de las personas en situación de calle, en la comuna. “Más que problema debe ser un desafío como sociedad. Debemos buscar soluciones para dar dignidad a estas personas. Que el entusiasmo de hoy no se termine y que no sea una moda, que no sea producto de una invitación, sino que debe ser motivación diaria, porque el problema no está sólo en la plaza, sino en otros lugares de la comuna, del país y diversos países”, señaló la autoridad comunal.
El flamante bus contiene 4 camas, dos baños, un estanque de agua con capacidad de 1.200 litros y será atendido por un grupo de voluntarios cada noche. El espacio funcionará con permiso municipal desde las 22:30 a las 07:30 horas.
Al concluir, Monseñor Chomali reiteró que “este es un aporte a la ciudad y para ello, han colaborado muchos jóvenes, que desean generar una sociedad más justa. Estará en la plaza y en algún minuto pudiera desplazarse a otro lugar”.
Recordó que la situación de estas personas es un problema estructural profundo y que requieren mucho apoyo de todo punto de vista. “Esto es un paliativo, una obra de caridad que vive la palabra del Buen Samaritano”, subrayó.
Dos personas en situación de calle fueron los primeros “pasajeros” que durmieron en el Albergue móvil “La misericordia”, que dispuso el Arzobispado de Concepción, como signo concreto de cercanía y acogida con los más pobres.
Emotivos testimonio de los primeros “pasajeros” del Albergue Móvil
La noche del 15 de mayo quedará marcada como el inicio de esta obra social pionera en Chile, fundada en la caridad y la solidaridad.
Andrés González, trabajador social, encargado del Albergue Móvil, dijo que el servicio del Albergue Móvil se inició exactamente a las 22:30 horas, como está establecido por el permiso municipal, para ocupar un espacio de la plaza Independencia. Se instaló en la esquina de las calles Aníbal Pinto y Barros Arana, pleno corazón de la ciudad y a los pies del monumento a don Pedro de Valdivia.
A esa hora, la zona era afectada por una ola de frío y prontamente los vidrios de la máquina comenzaron a empañarse. El equipo a cargo, ante la presencia de varias personas que habitualmente pernoctan en el quiosco de la plaza, ofreció café y sándwiches, lo que fue acogido con alegría. Muchas de las personas estaban expectantes y decidieron conocer el interior del bus, quedando impactados. La mayoría expresó que esperaría otras noches para quedarse.
El encargado del albergue dijo que la primera noche fue un proceso lento, con varias personas en situación de calle” y algunas decidieron no adherir al dispositivo por temor y sus propias problemáticas.
“Dos personas que aceptaron voluntariamente quedarse durante la noche. En la mañana, al despertar les preguntamos cómo lo pasaron y nos respondieron que las camas estaban espectacular, súper cómodas, calientitas y no pasaron frío, no hubo inconvenientes”, precisó.
Auguró que el proceso determinará las necesidades, y que luego que se corra la voz, llegarán a pernoctar. “Tenemos mucha esperanza que será un espacio para muchos. Una de las personas que durmió anoche tiene la esperanza de superarse y él tiene las ganas para hacerlo, entonces, conversaremos poder ayudarlo con una dupla sicosocial”, agregó.
En la primera noche del albergue, hubo una paramédica del Servicio de Psiquiatría, quien fue un excelente apoyo para quienes desearon servirse un café.
“Como experiencia personal y conociendo la realidad de las personas que sufren la situación de calle, este es mi primer desafío de quedarme a bordo de un bus. Fue una bonita experiencia y muy gratificante”, concluyó Andrés González.
Primer “pasajero”
Eran las 7 de la mañana y arriba del bus estaba Juanito, recién duchado, preparándose para salir en su rumbo diario, sin destino, en lo que vive a diario, en el centro de la ciudad. Estaba agradecido. “Le doy gracias a Dios, porque anoche dormí muy bien y me trataron muy bien. Yo, que la he vivido tanto, he estado mucho tiempo preso, tengo 50 años, pero siempre reservado y ubicadito. Por eso, al lugar que llego, siempre me reciben bien. Anoche llegué sin querer a este lugar y me atendieron muy bien”, explicó aún con su rostro húmedo por la ducha, pero con una sonrisa muy expresiva.
“Yo duermo en la calle. Algunas veces en el mercado y otras veces en el “eco” (quiosco de la plaza). Escuché que iba a venir una micro y de repente no me fui a mi casa, me refiero al mercado, y me vine para acá y justo me encontré con esta micro. Está muy bien que se preocupen de nosotros, porque somos hartos los que vivimos en la calle. Me gustó la cama, estaba muy bien y dormí tranquilo, calientito. En la mañana me pegué una ducha súper buena. Estaba buena la agüita, bendiciones nomás. ..”
Recién bajado del bus relató una síntesis de su vida. “Comencé a vivir en la calle cuando era así, un mocosito. Empecé tocando timbres para pedir cafecito, en las casas del parque. Llegué hasta la casa de la jueza Sepúlveda y ella me quería caleta, me tenía regüena. Siempre me decía que me cuidara. Yo tengo un puro hijo, nunca me casé, pero mi hijo trabaja y él no sabe que vivo en la calle, porque no le comento a nadie”, manifestó tomando el rumbo hacia el centro de la plaza, enfrentado un intenso frío.