Algunos dicen que los procesos judiciales contra los uniformados involucrados en delitos de lesa humanidad son expresión de un deseo de venganza.
Si de venganza se tratase esos uniformados hubiesen sido apresados clandestinamente, torturados, ejecutados y hechos desaparecer. Y sus familiares estarían hasta hoy buscando sus restos.
No es eso lo que ha ocurrido. Ellos han sido sometidos a un debido proceso y están pagando las penas que la ley establece.
Como le oí decir a Carmen Hertz, la justicia es importante, porque es ella la que fija la memoria. En efecto, no puede ser que cada uno tenga su opinión respecto al golpe militar y las violaciones a los derechos humanos que vinieron después. En crímenes de esa magnitud no debe permitirse como legítima una opinión que pueda defender o minimizar la barbarie. Por eso es necesario fijar la memoria a través de la justicia.
En Alemania, si alguien niega el holocausto judío o hace apología del nazismo, comete un delito. Igualmente grave debería ser en Chile la apología de la dictadura militar y sus crímenes.
La justicia que fija la memoria es la única manera de asegurar que lo que vivimos en esos años oscuros no se repita nunca más.