El Papa citó el poema atribuyéndolo al cardenal Raúl Silva Henríquez, pues Esteban Gumucio le regaló este texto en momentos muy duros de su episcopado. Además se pudo escuchar en el parque O´Higgins dos cantos clásicos de la iglesia, creados por Esteban Gumucio y Andrés Opazo.
A las 17 horas del martes 16 de enero, el papa Francisco ingresaba a la catedral para sostener un encuentro con religiosas, religiosos, sacerdotes, diáconos y consagrados. Sus palabras se centraron en tres episodios de Pedro y la primera comunidad cristiana; abatidos, tratados con misericordia y transfigurados. Usó esa figura para retratar lo que pide la iglesia hoy: “Conocer a Pedro abatido para conocer a Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de ponerse al servicio de su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo…”, dijo el Papa.
Por lo que finalizó invitando a los consagrados a imitar el testamento espiritual del cardenal Raúl: “Los invito a que cuando vuelvan a casa armen en su corazón una especie de testamento espiritual, al estilo del cardenal Raúl Silva Henríquez, en esa hermosa oración que comienza diciendo: «La Iglesia que yo amo es la Santa Iglesia de todos los días… la tuya, la mía, la Santa Iglesia de todos los días. Jesucristo, el Evangelio, el pan, la Eucaristía, el cuerpo de Cristo humilde, cada día. Con rostros de pobres y rostros de hombres y mujeres que cantaban, que luchaban y sufrían. La Santa Iglesia de todos los días»”.
También en la mañana pudimos escuchar la presencia del padre Esteban en esta visita, pues en la eucaristía masiva del parque O´Higgins, los dos cantos de comunión fueron “El peregrino de Emaús” y “La oración”, ambos creados por Esteban Gumucio y Andrés Opazo.