Mons. Aós: «Con Jesucristo está ahora nuestro padre Enrique»

Fuente: Doris Pons - Comunicaciones Copiapó 

Una emotiva celebración eucarística vivió la comunidad de la parroquia Espíritu Santo de Diego de Almagro, en memoria de quien fuera su párroco, Enrique Moreno Laval ss.cc., fallecido el pasado 25 de febrero.

La misa, presidida por el Obispo diocesano, Mons. Celestino Aós, congregó a cientos de personas que repletaron el templo parroquial, venidos de distintos puntos de la diócesis de Copiapó.

En el altar acompañaron al pastor los sacerdotes de los Sagrados Corazones, P. Javier Cárdenas, Gabriel Horn, y el nuevo párroco, P. Alex Vigueras, además de sacerdotes y diáconos de distintas parroquias. También llegaron hasta Diego de Almagro delegaciones parroquiales de los tres valles de la diócesis.

«A Dios y a los Sagrados Corazones: gracias por habernos regalado al P. Enrique»

En su homilía, el Obispo dijo que «Jesús está en el cielo, y con él está ahora nuestro P. Enrique». Se refirió a su muerte como un acto de entrega, de fe y de amor. «Enrique sabía y proclamaba que el hombre es un ser que muere, pero que no está destinado a la muerte; pasada la muerte entramos en la Vida plena».

Don Celestino destacó que «Enrique tenía la humildad de los grandes, la transparencia y disponibilidad de los hermanos, la sabiduría de los que caminan por la verdad, y la obediencia, ¡esa obediencia tan penosa para Jesucristo y para nosotros!», y continuó recordando que «se acercó con la mente y el corazón abierto a la pastoral de esta Iglesia diocesana, y con esa mente y ese corazón abierto se acercó a ustedes y se puso a su servicio».

Obediencia por Jesucristo

«Nos dolía su partida a otro destino -dijo el Obispo, refiriéndose al reciente nombramiento del P. Enrique como párroco en Santiago-; él mismo nos enseñaba a aceptarla con fe. La obediencia le pedía dejarnos y partir, y confesó: me duele dejar Diego de Almagro, qué grande la obediencia por Jesucristo, esa obediencia que nos saca de nuestros planes», exclamó.

Ante una emocionada asamblea, el Obispo concluyó diciendo: «Debemos abrir los labios y el corazón para decir a Dios y a la congregación de los Sagrados Corazones: gracias por habernos regalado al P. Enrique; envíennos otros creyentes y sacerdotes como él; y hagamos de esta celebración un acto de fe, entrega y esperanza, porque Jesús ha cumplido su palabra y cumplirá en nosotros su promesa: volveré para llevarlos conmigo, para que ustedes estén allí donde yo estoy».

Al final de la misa, dos personas compartieron sus testimonios sobre el fallecido sacerdote: Leo Morales, que trabajó con él en el espacio radial «Aclaró», y Tamara González, catequista de la parroquia. Ambos dieron cuenta de la calidad humana del P. Enrique, de su entrega, su carisma y del dolor que significó su repentina partida para todos quienes lo conocieron.

 

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