Compartimos esta entrevista a Roberto Soto Molina, rector Colegio SS.CC. Viña del Mar-Valparaíso, incluida en el último anuario «Nuestra vida» que publica la Congregación de los Sagrados Corazones, disponible on line aquí.
Corría 1837, cuando el Cabildo de Valparaíso autoriza al padre Cristóstomo Liausu para abrir una escuela en esa ciudad. Los primeros “padres franceses” habían llegado apenas 3 años antes. En junio de ese mismo año, comienza a funcionar con 25 alumnos, 3 religiosos profesores e improvisadas salas de clases. Son los orígenes del primer colegio SS.CC. en Chile, y que hoy es el colegio particular más antiguo de América Latina.
Durante 2017 hubo varias celebraciones para conmemorar los 180 años de vida. Eucaristías solemnes, actos cívicos, homenaje en el Congreso Nacional por parte del ex alumno y senador Francisco Chachuán, ceremonia de reconocimiento de funcionarios, concierto aniversario con la orquesta del colegio, un gran encuentro de ex alumnos y también el “I Congreso educativo SS.CC.: Innovando hoy para el 2030”, en el cual surgieron cuatro líneas de acción para los próximos 4 años. Sobre esto y más recogemos en esta entrevista con el rector, luego de haber finalizado su primer año de gestión.
– ¿Cómo estás después del primer año en el colegio?
Bien, muy contento. Energizado con el proyecto del colegio, vivificado con la riqueza de la comunidad, creo que los jóvenes vitalizan. El año supera las expectativas porque he descubierto las riquezas de esta comunidad. He estado en muchos tipos de colegios, y este tiene mucha densidad; en lo deportivo, académico, pastoral, por lo tanto ahí el desafío es saber dónde estar y cómo articular. Cada espacio y área del colegio tiene vida propia, por lo tanto eso es una gran cosa que funciona con autonomía y hay que cuidar todos los aspectos.
– Habías estado vinculado a otras espiritualidades, ¿cómo fue el acercamiento a los SS.CC.?
Conocer a la congregación ha sido un gran encuentro. Hay muchas características propias que son vitales.
Son bastante jóvenes como congregación, jugados por los pobres, por fronteras, por misiones. Esto me ha ayudado a reivindicar mi percepción de la iglesia, que cada día la sentía más aburguesada, más cómoda, más instalada. Y para la congregación, los colegios no son prioridad como lo es el tema de la misión. Eso es muy profético. Además el valor que le dan a los laicos es genuino, esta opción es un modo de comprender la iglesia y eso es bueno. Los sacerdotes tienen un peso específico, son bien formados y un tremendo aporte. Para mi ha sido un redescubrir la iglesia. Ya me siento en casa y más activo cristianamente. Este año participé como catequista, tomé un tercero medio porque quería hacer algo que me mantuviera vinculado. Las actividades pastorales propias del colegio nos han ayudado como familia a acercarnos más a la iglesia.
– ¿Cómo aborda el colegio el tema académico y la diferencia en las capacidades?
El tema académico siempre es tema, porque siempre te preparas para la PSU y tenemos alumnos con altas expectativas, y otros que están dentro de lo que se puede esperar. El ambiente y lo que ofreces como colegio ayuda a que los talentos florezcan, no solo los intelectuales. Cuando uno ve que el lema es “Formando corazones para transformar el mundo”, te das cuenta que en varios casos se da. El sello del colegio se nota y se profundiza. Hay un temple y un modo de ver y enfrentar lo académico, lo personal, lo familiar, que forma carácter, y cuando tú ves chiquillos como estos, tú dices, “si… es original”. Es importante lo académico, pero el compromiso social es clave, y ese compromiso social parte con la casa, con el compañero de curso, pero el tema de vivir en comunidad está muy intencionado. Es un valor agregado y es lo que se nota de los Sagrados Corazones en todas partes.
– ¿Cómo vivieron la conmemoración de los 180 años del colegio?
Aprovechamos los 180 años para hacer una mirada hacia el futuro. Siempre debiera ser un desafío el cómo mantenernos siempre vigentes, frescos, inquietos. Tuvimos el “I Congreso educativo SS.CC.: Innovando hoy para el 2030” que reunió a más de 200 personas de todos los estamentos. Ese congreso arrojó cuatro caminos para los próximos cuatro años: los desafíos en las habilidades del siglo XXI, diversidad e inclusión, evangelización y el desafío ecológico. Porque vimos que hay un viento favorable hoy en el colegio que nos hace preguntarnos hacia dónde queremos ir. Creo que es la oportunidad de señalar un rumbo épico que nos llame a todos, una nuestras fuerzas y nos seduzca en un sentido futuro. El avanzar en los temas de inclusión es tremendo, es mover el estatus y vale la pena porque al final es mantener al colegio sensible a los signos de los tiempos. Además este año estamos moviendo los criterios de admisión sin restringir por el tema académico. Eso es un tremendo desafío de cómo formar a estas nuevas generaciones. Nos ayuda a compartir mejor con el que es lumbrera, el normal y el que no es lumbrera, nos ayuda a vivir mejor como sociedad. Y en el tema de la ecología nos dimos cuenta que tenemos 10 hectáreas que no habíamos visto. Podría ser un pequeño invernadero de experiencias de cuidado del medio ambiente y vamos a caminar por ahí; los 180 años nos invitó a mirar todo lo positivo que tenemos, pero también a soñar todo lo que queremos ser.
– ¿Quieres agregar algo?
Aquí se puede respirar a todo pulmón. Hay una cultura en la que se comparten los valores. Hay cosas que no se conversan sino que se dan por obvias porque somos SS.CC. y si hay un problema se resuelve desde esa certeza. Los profesores y las familias adhieren a este proyecto y eso es una tremenda ganancia y una oportunidad de hacer iglesia.