Por Patricia Abarca Aguad
La helada madrugada del miércoles 22 de junio de 2011, con 0 grados de temperatura, terminó con la historia de Patricio Torres Rojas, de 53 años, en la esquina de Las Industrias con Esteban Gumucio en la comuna de La Granja, en Santiago de Chile. “El patito”, le decían en el barrio y lo reconocían como un hombre bueno, que no hacía daño a nadie y que solo procuraba conseguir lo básico para alimentarse él y sus cuatro perros, y por supuesto para tener alguna cosita que tomar por ahí. “Estos son los borrachos sin remedio de los que habla Esteban”, dijo por esos días René Cabezón ss.cc. de la parroquia San Pedro y San Pablo, ubicada a 600 metros de la plaza donde murió “el patito”.
Su muerte fue el inicio de una historia. Al día siguiente se abrió la puerta de la sede juvenil de la población Yungay para acoger y cobijar del frío de esos días a quienes anduvieran por ahí sin techo. “No se nos pueden morir nuestros hermanos tan cerca”, dijo René con una convicción que con los años se transformó en compromiso ineludible. Luego de tres meses se trasladaban a la misma sede parroquial 15 personas con las que se da inicio al Albergue Esteban Gumucio, nombre con el que recordamos a quien siempre compartió su vida con los últimos, a quienes le daba su propia ropa para el frío.
Poco tiempo después se reactivaría la Fundación Damián de Molokai de la congregación, figura que permitiría postular a fondos del gobierno para el funcionamiento del albergue en los planes de invierno y otros, para personas en situación de calle.
Pero hoy ya han pasado 7 años y no solo “alberga” hermanos del sector, sino que pasó a llamarse Casa Padre Esteban porque ahora es un hogar para muchos hermanos que no han podido conservar el suyo.
La casa ahora es un Centro de Referencia y pertenece al Programa Calle y al Plan de Invierno, todos programas del Gobierno de Chile. Atiende a un promedio de 45 personas. También funciona allí el histórico comedor de la parroquia San Pedro y San Pablo, creado por el propio Esteban, que entrega cerca de 80 almuerzos diarios.
Virginia Bizama, Directora ejecutiva de la casa, cuenta lo que ha sido este camino los últimos años: “albergue es solo un espacio protector. Abrigo y pan solo en invierno, y se participaba en los albergues del estado. Ahora es casa porque se apoya a las personas a revincularse, a tener acceso a la salud, a promover sus capacidades. Es una casa y hay preocupación por cada uno de ellos. Ya no son usuarios sino participantes; participan de las labores y de la comunidad”.
Por eso que al momento de celebrar un año más de vida, se hacen vida las palabras de Esteban: “Me gustan las ocasiones de la fiesta”. Los aniversarios se festejan en grande. Y esta vez, al cumplir 7 años de vida no fue la excepción. Los residentes fueron acompañados por los voluntarios y amigos que históricamente han estado cerca de este proyecto que el mismo René Cabezón, párroco y también actualmente provincial de la congregación, ha hecho crecer con convicción y apoyo de tantos. Hoy además se construye un nuevo espacio frente a la casa actual.
Agradecemos a quienes entregan su cariño a este espacio e invitamos a quienes se quieran hacer parte de él. La casa tiene una fan page en Facebook donde se puede seguir las actividades e iniciativas.