A las 15 horas de Roma comenzó hoy el 39º Capítulo General de la Congregación SS.CC. que se extenderá hasta el 28 de septiembre. También se reúnen al mismo tiempo y lugar (Casa Villa Aurelia, en Roma), las hermanas en su 34º capítulo.
Los capítulos generales se realizan cada seis años y de nuestra provincia participa el superior provincial René Cabezón ss.cc., junto a los consejeros Sandro Mancilla ss.cc. y Matías Valenzuela ss.cc. El lema de esta versión es “Saboread a Dios en el viaje de la vida” y uno de los textos que se usarán como inspiración será la exhortación apostólica de Francisco, “Evangelii Gaudium”.
En este capítulo llega a su fin el actual gobierno general de la congregación, compuesto por Javier Álvarez-Ossorio –quien cierra su segundo periodo-, Alberto Toutin ss.cc., chileno; Pankras Olak, indonesio; Camille Sapu, congolés y Felipe Lazcano, español.
Nos unimos en oración por los más de 40 hermanos de todo el mundo que participan de este encuentro fraterno donde se ofrecen al Señor los caminos y sueños de servicio y presencia de la congregación en el mundo para los próximos 6 años.
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Compartimos este texto de Remi Liando ss.cc. (Secretario general en Roma) de hace algunas semanas, donde reflexiona sobre qué es un capítulo general y la importancia que tiene en la vida de la congregación.
¿Qué es un Capítulo General?
Remi Liando ss.cc. – Secretario del Gobierno General
«¿Qué es un Capítulo general?» Fue una pregunta que me vino a la mente cuando llegué a Italia hace seis años. Me habían convocado para servir en nuestra Casa General SS.CC. de Roma como Secretario General. Llegué a fines de junio, dos meses antes de que comenzara el 38° Capítulo General. Dio la casualidad de que fui nombrado secretario del Capítulo General celebrado en Montecucco, un suburbio de Roma, donde ambas ramas SS.CC. (hermanos y hermanas) celebraron sus capítulos, en el mismo lugar y durante el mismo tiempo.
A medida que se acerca el 39° Capítulo General, es oportuno hacer la misma pregunta y ver lo que he aprendido hasta ahora en estos años de participación en el Generalato. No pretendo decir que conozco todas las dinámicas de un Capítulo General, como si fuese un capitular que ha participado en las discusiones, en los discernimientos y en las decisiones. La mayor parte del tiempo estuve trabajando en la Secretaría. Sin embargo, participé en las celebraciones eucarísticas diarias y en otros momentos de oración. También tuve la oportunidad de hablar con los participantes, con los secretarios de las actas y con los traductores simultáneos durante las comidas, e interactuar con ellos durante los momentos de recreación, las salidas o durante la audiencia general con el Papa.
Puedo decir que sentí algo diferente durante este tiempo; un intenso momento de profundidad; casi como un momento de éxtasis. Se lo expresé así al P. Antun Wardoyo sscc, que era el provincial de Indonesia en ese momento. Sin embargo, no sabía por qué era así.
Hace unos meses, asistí a una reunión de los Secretarios Generales en Roma, y el tema fue «Capítulo General: preparación, celebración y post- capítulo». El orador fue Aitor Jiménez Echave, cmf. Es profesor en la Universidad Lateranense y funcionario de la Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica del Vaticano (CIVCSVA). Hizo hincapié en algunas cosas. Una fue la autoridad colegiada del Capítulo General; significado colegial que «todos tienen la misma voz, para hablar y para ser escuchados». También señaló la importancia de enraizarse en el carisma de la Congregación. El carisma es la «razón de ser» del Instituto, heredada de los fundadores, que debe ser profundizada y desarrollada continuamente.
Comparto aquí con ustedes el mensaje central, que está tomado de un libro que él y otros dos escribieron: «Nello stile sinodale. Percorsi della collegialita capitolare», publicado justamente el año pasado.
«La celebración del Capítulo es un momento exigente, tanto por el trabajo que supone, como por la gran responsabilidad ante Dios y ante la propia Institución.
El Capítulo es un tiempo para escuchar al Espíritu, que habló a los fundadores y continúa hablando al corazón de los miembros del Instituto, para desafiarlos en sus experiencias y realidades concretas. Es un momento para escuchar la voz de aquellos que están luchando bajo el peso de las actividades del Instituto; escuchar los gritos de los descontentos, los de los satisfechos; de dejarse guiar por los éxitos en las iniciativas humanas, y dejarse enseñar por los fallos. Es un momento en que se pueden infligir heridas, al elegir las personas, o en las discusiones sobre proyectos futuros cuando los deseos de uno no son aceptados. Es ante todo un momento favorable para profundizar en el carisma, en la propia identidad, para crecer en el sentido de pertenencia al Instituto. La identidad no se define a través de una fórmula, sino a través de decisiones concretas que implican un renovado sentido de la vocación, el reconocimiento de una misión específica y, en muchos casos, la admisión de la necesidad de la conversión y el compromiso para hacerlo real en la vida cotidiana.
El Papa Francisco, con motivo del Capítulo General de la Congregación de los Clérigos Marianos de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, el pasado febrero [2017] subrayó:
«Les insto a llevar a cabo esta reflexión [del Capítulo] con fidelidad al carisma del fundador y al patrimonio espiritual de su Congregación, y al mismo tiempo con corazón y mente abiertos a las nuevas necesidades de la gente. Es verdad, debemos avanzar con las nuevas necesidades, los nuevos desafíos, pero recuerden: no se puede avanzar sin memoria. Es una tensión continua. Si quiero avanzar sin el recuerdo del pasado, de la historia de los fundadores, de lo excelente, y también de los pecados de la Congregación, no podré seguir adelante. Esta es una regla: la memoria, que es propia de la dimensión «deuteronómica» de la vida, debe usarse al actualizar una Congregación religiosa, unas Constituciones, siempre.» [1]
El domingo pasado, asistí a la misa vespertina en nuestra parroquia de San Giuseppe. Los dos celebrantes eran sacerdotes giuseppini que estaban participando en su Capítulo General, que se celebraba en esos días. Lo que el sacerdote dijo en su homilía realmente me tocó en lo más hondo. Dijo: «El Capítulo General es como experimentar Pentecostés nuevamente».
[1] Aitor Jiménez Echave - Santiago González Silva - Nicla Spezzati, “Nello stile sinodale. Percorsi della collegialità”, Libreria Editrice Vaticana, Citta del Vaticano, 2017, pp 88-89.
Enlace a: Aitor Jiménez Echave cmf_ Resumen de “EL CAPÍTULO GENERAL: PREPARACIÓN, CELEBRACIÓN”