Por Alex Vigueras Cherres ss.cc.
Tanta noticia amarga vista en los noticieros no podrá quitarnos la alegría.
Tanta oscuridad en la iglesia no nos arrebatará el gozo.
Tanta superficialidad de brillos y tiendas abarrotadas no nos arrancarán la esperanza.
No porque todo nos dé lo mismo, ni porque seamos unos ingenuos.
Es porque la venida de Jesús significa que Dios no ha perdido la esperanza en nosotros.
Y nos sigue animando a luchar por un mundo más justo, a creer que es posible abrazarnos y celebrar la fiesta de la paz, y a sumergirnos en las profundidades que le dan sentido a la vida: el milagro de un amor sin condiciones, invencible, silencioso, que no actúa desde la dinámica del poder, sino desde las lógicas de la ternura.