En Concepción, el Colegio de Periodistas organizó una misa el lunes 25 de febrero, mismo día de su pascua. El colegio SS.CC. Concepción hizo lo mismo el miércoles 27, y en Santiago su familia, amigos y comunidad lo recordaron el sábado 2 de marzo en la parroquia San Pedro y San Pablo. La comunidad de Diego de Almagro se reunirá en su memoria este domingo 10 de marzo en la parroquia Espíritu Santo.
“Me cuesta dejar Diego de Almagro, pero no me cuesta volver a San Pedro y San Pablo”, fueron las palabras de Enrique un mes antes de morir, cuando asumía sus labores de párroco en la histórica y emblemática parroquia de La Granja, donde hoy se encuentran enterrados los restos de quien fuera su gran maestro, Esteban Gumucio, y con quien llegó a fundarla en 1964. Era uno de los lugares donde había que recordarlo este primer año.
La misa estuvo presidida por Sandro Mancilla ss.cc. quien asume como párroco desde este año. Sandro recordó la importancia de Enrique para la Congregación, y usó la figura del buen árbol a quién nos podemos cobijar pensando en la figura de Esteban que tanto marcó su vida. También resaltó la forma en que se aferró a la palabra de Dios que iluminó su vida de manera tan real, la cual encarnó en su vida. También recordó que la bondad de su corazón fue la que lo impulsó a estar con el evangelio y la palabra de Dios al lado de los que sufrían y fueron víctimas de las atrocidades de la dictadura. “El fruto del árbol es el que da la semilla, y el grano tiene que morir para dar vida. Lo que nos anima tras la muerte de Enrique es pensar que su vida no termina ahí. Todos los frutos que hemos recibido se han transformado en una semilla que a lo largo de este año han seguido germinando y siguen dando vida en todos los lugares donde Enrique sirvió. El testimonio de Enrique, como dice san Pablo que todos esfuerzos que hagamos por el Señor Jesús no serán vanos, es eso. Y todos los esfuerzos que hizo Enrique por el Señor Jesús, no han sido vanos y nosotros somos testigos de eso”, dijo Sandro Mancilla en su homilía.
Durante el ofertorio se llevó al altar su camiseta de la U y su libro “Mis días en el estadio”. Celso Moreno, hermano mayor de Enrique, hizo una breve reseña de su vida al finalizar la eucaristía, donde recordó con especial emoción dos episodios muy sentidos: su liberación del Estadio Nacional y la visita que todos los hermanos hicieron a la comunidad de Diego de Almagro para celebrar el último cumpleaños de Enrique en octubre de 2017.
En tanto, en Concepción se reunieron en la iglesia del colegio, profesores, directivos, alumnos(as), exalumnos y amigos, quienes compartieron una misa para dar gracias por el legado de Enrique en cada una de las ciudades, donde con sencillez y coherencia, desarrolló su servicio abogando siempre por los más desvalidos.
En su homilía, Cristián Sandoval ss.cc., destacó la humildad y sensatez con la que siempre Enrique cumplió su rol de sacerdote y periodista, defendiendo los derechos humanos y a los más despojados de esta sociedad. Confidenció que cuando falleció Enrique él no se encontraba en Chile y que a su regreso tuvo que ir al cementerio para convencerse de que era verdad.
También animó a los presentes a no quedarse solo atesorando sus recuerdos sino que hacerlos vida, convertirse en misioneros, luchar por la justicia social, por los derechos de cada persona y servir con el corazón como lo hizo Jesús.