Por Marcela Maldonado Fuente: Iglesia de Santiago
A 18 años de su Pascua, la comunidad parroquial junto a monseñor Aós, compartieron las enseñanzas que el sacerdote dejó con su testimonio.
Las muestras de amor al prójimo del padre Esteban perduran con fuerza entre todos quienes lo conocieron. Así lo dejaron demostrado los agentes pastorales y miembros de la comunidad de la parroquia San Pedro y San Pablo en La Granja, recordando a quien fuera su primer párroco. Estos recuerdos los compartieron con monseñor Celestino Aós en su visita realizada al lugar la noche de este lunes.
Desde el memorial del padre Esteban Gumucio, monseñor Aós compartió su oración, destacando la vida del querido sacerdote: «En este tiempo de resurrección, sabemos que en la vida y la muerte somos del Señor. Esteban lo sabía, lo vivió, por eso nos sentimos unidos a él».
Hablándole a la comunidad, agregó: «Cada uno de nosotros guarda los recuerdos en la memoria y en el corazón. Yo conocí al padre Esteban cuando ya era anciano, un anciano muy venerable. Me pregunto si alguna vez fue joven porque me lo imagino con aquella mirada, con esa barba blanca, con ese andar pausado, pero me pregunto si alguna vez fue viejo. Creo que nunca fue anciano, en sus ojos, en su alma estuvo siempre esa frescura, esa lozanía de ese Jesús que hace nuevas todas las cosas cada día y sigue haciendo maravillas y Esteban las sabía descubrir y sabía animarnos a buscar lo bueno, en una época en donde también habían nubarrones. Esteban sabía llevarnos a mirar la parte luminosa», expresó el administrador apostólico.
Finalizando su oración, monseñor Aós pidió que el padre Esteban sea «más que un mero recuerdo, que sea un referente» para mirar a Jesús y que la iglesia pueda reconocerlo «entre aquellos que son puestos para ser intercesores nuestros y modelos nuestros en ese poner los ojos en Jesús».
Luego de rezar juntos, la comunidad parroquial compartió un café con monseñor Aós conversando también sobre las enseñanzas y anécdotas vividas con el padre Esteban: «El Padre Esteban era un hombre místico, le daba paz a la gente, daba confianza, era sencillo y bien de Dios, siempre estaba alegre, dando valor a las demás personas. El legado que dejó a nuestra parroquia es dar lo más que podamos», señaló Teresita Espinoza, de la Pastoral Social.
José Román, de la Pastoral de Enfermos, se refirió al padre Esteban como su amigo «un hombre que se daba por entero al prójimo, que repartía todo lo que tenía. El me enseñó el amor a todo cristiano», expresó.
En el interior de la parroquia se encuentra «La Casa Padre Esteban Gumucio», un lugar de acogida a personas en situación de calle del sector. Actualmente aquí se desarrollan dos programas, uno de día, orientado a la rehabilitación y reinserción social de personas a través de talleres y expresiones artísticas y otro, enfocado a personas que no tienen en donde pasar la noche y que aquí encuentran abrigo y comida.
Monseñor Aós conoció el albergue y entregó un mensaje de aliento a quienes llegan diariamente en busca de apoyo: «Vayan con los ojos abiertos. Sigan adelante en este camino, miren a Esteban Gumucio, invóquenlo, que él sea para ustedes un modelo e intercesor».
«La Casa Padre Esteban Gumucio partió hace ocho años y nació como respuesta a la situación de dos hermanos indigentes que fallecieron a media cuadra de la parroquia por el frío de la noche. Nos juntamos y dijimos hagamos algo y entonces nace esta idea desde la emergencia», comentó el padre René Cabezón SS.CC, expárroco de San Pedro y San Pablo y Superior Provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones.