La porfiada evangelización

Comunidad SS.CC. de La Unión

En estos días –decimos en estos díasy no en estos años- ha surgido un entusiasmo inédito por el avance científico y técnico de la humanidad: admiración y valoración por el estudio del espacio celeste, conocimiento mayor y fotografía de los agujeros negros, viajes a otros planetas, incluso turísticos!! Proyectos para colonizar la luna y Marte…

Nuevos esfuerzos por avanzar en el conocimiento biológico y zoológico para curar las enfermedades, para prevenirlas, para extender la duración de la vida humana. También aumentar la posibilidad de transformaciones en los seres humanos y en los animales, en el mundo vegetal, en la alimentación.

Los robots traen la esperanza de mejorar la producción y ayudar a solucionar muchos problemas de la industria, la vida familiar y la de los enfermos, aunque con temor de la disminución de empleos.

Todo esto nos ha llevado a la sensación de que somos los creadores del universo, homo deus, y que podemos borrar la idea de Dios, logrando la felicidad solo por nuestras manos.

Hay cierta grandeza en esta construcción que asombra, pero mientras tanto, y en todo el mundo, se mantiene o aumenta la pobreza. Se ve que ese inmenso saber va en beneficio solo de una parte de la humanidad. Los que disfrutamos del progreso somos deudores respecto a la otra parte que vive en la escasez o muere en sus niños, de hambre y de sed.

Mientras tanto lo religioso sigue vigente y cuando se incendia Notre Dame se conmueve el mundo. Y no es solo por la pérdida de una obra artística. No se podrá borrar la obra ni la memoria de Dios. Tampoco podemos olvidar que mientras se disponen millones de dólares para reconstruir la catedral de París, no hay el mismo interés por hacer justicia a los pobres. Como si estos no nos hubieran hablado por boca de Jesús que nos dice: “tuve hambre y no me diste de comer”.

Los creyentes en Cristo, que somos una minoría más entre las otras, estamos ciertos de que la salvación humana viene de él y continuaremos anunciando su Buena Noticia de fraternidad, para que toda esta gloria de la humanidad redunde en mejor vida para los pobres y postergados. También para que el mundo goce de paz aquí y en la eternidad.

Desde de lo más hondo de nuestras vidas surge el deseo y la necesidad de alabar y amar el misterio de Dios junto con reconocerlo en porfiada esperanza.

Y nos asiste la confianza de que el gran pobre, el eterno marginado, a medias oculto en el mundo atravesado por la técnica, los conflictos humanos y las crisis de las iglesias, seguirá siendo anunciado por un grupo de obstinados y gozosos seguidores.

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