La comunidad de San Pedro y San Pablo se hizo presente en la Catedral de Santiago mientras se celebraba el aniversario número 458 de la fundación de la arquidiócesis de Santiago, cuyo patrono es el apóstol Santiago.
En la primera fila, estaba René Alvarado Fabio, revestido de diácono permanente y su esposa María Elena Ponce Valenzuela, quien sostuvo en algún momento un banderín con la imagen de Esteban Gumucio, quien, según confiesan ambos, los ha inspirado desde siempre.
Matrimonio diaconal, miembros y grandes promotores del movimiento Encuentro Matrimonial, catequistas de novios, coordinadores y animadores de CCBs en la zona sur de Santiago. Sirven visitando enfermos y protegiendo constantemente a los hermanos postergados. María fue de las más cercanas colaboradoras en los comedores que creó Esteban Gumucio cuando la hambruna se apoderaba de las poblaciones en dictadura. Ambos son fieles difusores de su causa de canonización y testigos en primera persona de la santidad que se reconoce en su figura.
Por esto, y por su contante compromiso con la pastoral de la arquidiócesis, fueron condecorados con la “Cruz Apóstol Santiago” (ver nota de Iglesia de Santiago), la cual recibieron con profunda gratitud y emoción. “Yo pensé que íbamos a poder hablar en algún momento, y ahí yo iba a hablar del padre Esteban. Gracias al él estamos aquí porque fue el pastor que nos guió y nos inspiró. Promovió el diaconado y nos acompañó” dice contenta María, acompañada de 3 de sus 8 nietos y de Claudia, una de sus cuatro hijos, quien reconoce que “una como hija es un poquito celosa del tiempo que le dedican a la Iglesia, pero al escuchar el reconocimiento siento que está bien, que tiene que ser así, porque Dios nos enseñó a compartir. Han sido generosos con otros y eso es muy bonito”.
En tanto René estuvo durante los días previos teniendo muy presente al padre Esteban: “En la semana teológica se hablaba de la ternura que viene de la mujer, y él como artista, tenía sensibilidad para ver eso y estar atento a la ternura. Él nos inspira”, y termina diciendo que esta es una condecoración inmerecida. María añade: “Estamos agradecidos de la comunidad y de toda la gente que nos ha ido escuchando y nosotros escuchándolos a ellos para crecer más en la fe”.
María y René también fueron acompañados por una decena de hermanos de la comunidad San Pedro y San Pablo, por el párroco, Sandro Mancilla ss.cc., por Pedro León ss.cc., párroco en Damián de Molokai, y el provincial de la congregación, René Cabezón ss.cc.