Por Rafael García ss.cc.
Cada seis meses, en la Casa de Ejercicios de Schoenstatt, en Santiago, se genera un espacio único en la vida de nuestra provincia: los retiros de espiritualidad para jóvenes Sagrados Corazones. Ahí, durante un fin de semana, se reúnen chiquillos y chiquillas venidos de todos los rincones de nuestras obras pastorales, tanto de las hermanas como de los hermanos, generándose, así, una instancia tan intensa como diversa. Y esta vez no fue la excepción.
Los días 27, 28 y 29 de septiembre pudimos encontrarnos una vez más para compartir esta experiencia que, en tan poco tiempo, logra generar un impacto tan hermoso en todos y todas quienes la viven. Los jóvenes de III medio, por ejemplo, que llegaban a su segundo retiro, pudieron detenerse para mirar todo lo que significa el perdón y la reconciliación en sus vidas, y cómo Jesús nos llama a vivir relaciones sanas y basadas en la confianza y el amor. Los de IV, por su parte, pudieron conocer de una manera más significativa el valor y el sentido de la adoración, práctica tan querida en la Congregación y que nos desafía permanentemente en nuestro compromiso con el mundo y con los más necesitados. Y, finalmente, los que ya llevan un año fuera del colegio y que vivían su último retiro, se hicieron cargo de la misión que les queda luego de esta experiencia de tres años: construir el Reino de Justicia allí donde la vida los lleve en el futuro.
Como se ve, por lo tanto, este retiro fue una oportunidad para profundizar en la convicción de que el proyecto de Jesús sigue teniendo sentido en nuestros días y que los jóvenes pueden llegar a descubrir el llamado que Dios nos hace a construir de nuevo nuestra Iglesia. En el fondo, lo que se vivió en cada uno de los niveles no fue sino la experiencia de que es necesario vivir una fe más empoderada y una identidad creyente más decididamente comunitaria y fraterna. Por eso decimos que, en esos retiros, también ensayamos la Iglesia y sociedad que desearíamos vivir más permanentemente: un espacio horizontal y libre, valiente, comprometido, tolerante y respetuoso con todas y todos los que lleguen. Un lugar donde cada uno de nuestros jóvenes SSCC pueda decir “ahí quepo yo”.