El sábado 28 de septiembre en la mañana, la Catedral Metropolitana de Santiago estaba llena. Había más diáconos que obispos, más laicos que sacerdotes. Era una fiesta del pueblo fiel que celebraba a 19 matrimonios que luego de 5 años de preparación, comienzan un camino comprometido de servicio a la Iglesia desde el mundo.
Entre estos 19 matrimonios, dos son parte de la comunidad de nuestra querida parroquia de San Pedro y San Pablo, en la zona sur de Santiago. Juan Carlos y Nelly participan de la sede parroquial, y Verónica y Rubén de la capilla María de la Esperanza, en la población Malaquías Concha.
Rubén fue el encargado de la acción de gracias en nombre de sus hermanos que recibían la orden del diaconado permanente junto a sus familias: “En estos momentos de crisis, la Iglesia nos necesita más que nunca, especialmente los más necesitados. Esperamos ser los diáconos que el Señor espera de cada uno de nosotros, y también ser los esposos, padres y abuelos que nuestra familia merece”, dijo en su oración.
Verónica, esposa de Rubén, emocionada, aseguró que este es “un camino mutuo, de los dos. Ahí voy a estar con él cuando me necesite, siempre juntos. Todo este camino es de amor, de entrega, de que a los dos nos gusta ser servidores. Estoy feliz y contenta de lo que estamos haciendo y siento que lo amo más”. La misma emoción manifestó Mauricio, su hijo mayor, quien reconoció no tenerle miedo a los tiempos que vive la Iglesia, porque “Somos fieles a lo que creemos nosotros y a lo que él siempre ha sido. Sus convicciones son claras y nosotros lo apoyamos y estaremos siempre con él”.
Por su parte, Nelly cuenta con orgullo que su historia es distinta a la del resto, pues se casó con Juan Carlos hace 11 años e hicieron familia con un hijo de él: “Es una alegría que se desborda, muchas gracias a Dios y a todos los que están cerca. Desde que nos casamos que hemos pensado este proceso y hoy comienza una etapa distinta”.
Tanto Sandro Mancilla ss.cc., párroco de San Pedro y San Pablo, como el provincial de la congregación, René Cabezón, llegaron a acompañar a estos dos hermanos, por supuesto en medio de la alegría tan característica de los numerosos laicos de la comunidad que llegaron con banderas del padre Esteban Gumucio celebrando la vida y este paso tan importante para todos. El padre René valoró el esfuerzo que ambos han hecho durante tantos años: “Estoy muy contento de que estos dos hermanos de la parroquia, tan queridos ellos y sus familias, estén en esta etapa. Fueron muchos años de formación, y con muchos desafíos entre medio, pero salieron adelante principalmente con el apoyo de sus esposas”.
Juan Carlos Yáñez, por su parte, agradeció este paso al Dios que lo anima y conduce: Agradezco a Dios primero que nada. También a mi esposa y a mi hijo. Recién aquí comienza el caminar. Todo lo anterior fue una preparación, ahora si que empieza el camino que espero sea dedicado especialmente a la Iglesia y sirviendo a todos los hermanos”.
El domingo 29 a mediodía, la comunidad de San Pedro y San Pablo se reunió para darle la bienvenida y la acogida a estas nuevas familias diaconales.