Que cada uno reciba lo que Dios le ha regalado, lo que cada uno merece…

Queremos ponernos del lado de quienes nos han ayudado a despertar como país; sin odio, sin violencia, pero con la firmeza de sabernos hijos de Dios, y por lo tanto, hermanos unos de otros, con la dignidad de tal. Es este también el momento para reinstalar la dignidad de toda persona humana, que cada uno reciba lo que Dios le ha regalado, lo que cada uno merece… Un país de hermanos en igualdad de condiciones, en relaciones recíprocas de equidad, no de la escandalosa brecha que por tantos años hemos presenciado.

Ir al contenido