Nuevo sacerdote para la Iglesia, Óscar Casanova ss.cc.: “El fuego apasionado de Cristo por sus pobres sigue encendido”

Una ordenación sacerdotal en noviembre de 2019. Podría parecer una locura. Pero así es la radicalidad del seguimiento a Jesús.

Sin embargo quienes han conocido a Óscar Casanova durante sus años de formación al sacerdocio, son testigos de que esta es una buena nueva para la Iglesia toda. Óscar tiene dones que hoy se ven poco. Respondiendo a la pregunta que hace el obispo que preside la ordenación, que en este caso fue mons. Celestino Aós, Esteban Rojas, asesor general del CPJ Anunciación, dijo: “Óscar tiene una sencillez que lo hace llegar a la gente tal cual es, hasta con una facilidad de reírse de sí mismo. Su humanidad y espiritualidad le van a hacer un bien a la Iglesia en su ministerio. Con su escucha atenta, sin juicios, su respuesta calmada, seguirá brindando cercanía y confianza a muchos que también viven la experiencia de Dios.  Con la libertad que implica entregarse y vivir al estilo de Jesús en medio de los pobres, Óscar tiene un corazón inquieto, y esperamos que no se canse de buscar a Dios, hasta entregar lo último de su vida”.

Celestino Aós, Administrador Apostólico de Santiago, por su parte, invitó a Óscar a no olvidar el carisma ss.cc.: “La historia, con sus luces y sombras es historia sagrada de salvación. Hay tantos hermanos que admirar. Siempre vuelve a mirar a tu comunidad, a tu congregación… que el lema de la congregación no sea una frase hermosa en el papel, sino que se haga vida en ti: «Contemplar, vivir y anunciar al mundo el amor de Dios»”.

Óscar nació y creció en la población El Maitén, en La Unión, donde se encuentra la comunidad de hermanos ss.cc. en esa ciudad. Fueron sus vecinos desde siempre. Conoció muy pequeño a Pablo Fontaine y recibió su fe y amor por el evangelio de su abuela, que murió hace algunos años. Se ordena con 29 años, aunque su apariencia y su rostro transparente nos haga creer que son varios menos. Su padre Óscar, y su madre, Sonia, le piden a su único hijo que de lo mejor de si, siendo un agente de cambio de la cultura antigua de la Iglesia, que tanto dolor ha hecho a muchos.

Inés Fernández, laica de la parroquia Damián de Molokai logró hacer una descripción sencilla y certera relevando los talentos que Óscar hoy pone al servicio de su rol de pastor: Óscar es humilde, tranquilo, de una fácil sonrisa y mucha ternura. Con tranquilidad para dar su punto de vista en perfecto equilibrio. Tremenda paciencia para enseñar y siempre dispuesto a ayduar. Tiene una escucha atenta, amabilidad y buena disposición. Su cara de nuiño bueno lo hace confiable, pero también goza de una madurez personal y cristiana”. Y termina, con emoción dirigiéndose a él: “Muchas gracias, Óscar, por tu servicio y entrega, y muchar fortaleza para el camino que inicias hoy. Dios siempre te cuide, te protega y te bendiga”.

En la acción de gracias, Óscar comentó cómo el versículo de su lema sarcedotal, había tomado tanta fuerza con el paso de las semanas: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que estuviera ya ardiendo!” (Lucas 12,49), frase que había escogido al finalizar el capítulo provincial en agosto. Luego del estallido social en Chile, este pasaje tomó fuerza y fue teniendo más sentido: “En este tiempo tan complejo y para tantos desconcertante, creo que es imprescindible reconocer algo que –para mí es maravilloso- ha sonado con una fuerza inusitada: la voz de quienes han vivido permanentemente y por tanto tiempo víctimas de la injusticia y la indiferencia. Una voz que, pese a la violencia y a la represión, y al dolor de ojos y vidas arrebatadas, ya no permitirá ser acallada, y que busca ser protagonista de su propia historia. El fuego apasionado de Cristo por sus pobres sigue encendido. Este tiempo de despertar puede ser una gran oportunidad para que, como Iglesia, podamos renovar nuestra vocación más profunda, seguir a Jesús y con él, ponernos, con contundencia, del lado de aquellos a quienes el padre ha querido revelar su Reino, a quienes Jesús ha llamado felices porque el fuego que él trae ha encontrado en sus corazones el latido más profundo. Dejémonos abrazar por ese fuego. Y colaboremos con la única paz que es legítima, la paz que es fruto de la justicia. Es a esa Iglesia encendida a la que quiero pertenecer y en la que quiero siempre servir”.

Óscar hizo sus primeras misas en la mañana del domingo 24 en la capilla Juan y Pedro de la parroquia Damián de Molokai y por la tarde en el colegio SS.CC. Manquehue.

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