La Comisión Padre Esteban, se reunió en la parroquia San Pedro y San Pablo a fin de evaluar el recién pasado 2019, y avizorar este 2020, que se viene lleno de desafíos.
La jornada se inició con un desayuno y continuó con el análisis de las luces y sombras que dejó el año recién pasado. Durante el plenario se compartieron y analizaron las esperanzas para este nuevo año, en el camino de Esteban Gumucio hacia su beatificación.
El gran hito del 2019 fue el inicio de la investigación sobre un posible milagro atribuido a la intercesión de Esteban, conformándose un tribunal en la diócesis de Iquique, presidido por su Obispo. Junto a ello, se realizaron visitas a las obras ss.cc, parroquias y colegios donde se conoció y dialogó sobre la actualidad y desafíos de la Causa de Esteban.
La Causa no ha estado ajena al estallido social que vive nuestro país, y obviamente tenía que ser así, pues Esteban tenía entre sus principales preocupaciones la desigualdad que vivimos y el dolor que le causaban los pobres de Chile. Los abusos denunciados en la iglesia fueron también tema de conversación y análisis; y cómo a la luz de las enseñanzas que nos dejó Esteban se puede establecer un “nunca más” a situaciones que tanto daño han producido a las víctimas.
La comisión de la Causa ha crecido y se ha complementado con más personas, que aportan nuevas miradas, en reuniones mensuales y dos jornadas al año, buscando discernir caminos.
Para este año se espera la aprobación del milagro que se está investigando en Iquique y que llevará a Esteban a la beatificación, en sintonía con la justicia social, la humanización, dignidad y el fin de los abusos en este Chile que despertó. “Con ello entonces nos perfilamos al año 2020 en justicia social, humanización y dignidad, que serán desafíos esenciales en Chile, y por ende para la causa de canonización de Esteban, impregnando todo lo que hagamos”, señaló Rafael Silva, Coordinador de la Causa.
Muy convulsionado y movido ha sido este año. Y ha remarcado lo que Esteban con su testimonio nos propone vivir: una humanidad y dignidad como la de Jesús. Ahí radica su santidad, que atrae, inspira, conmueve y nos convierte. Haciéndonos más sencillos, en contacto con nuestra propia humanidad, solidarizando con los demás.