“Ven, Benito de mi Padre…”

Benito nos ha dejado hoy después de una vida muy intensa. Como me escribe Juan Carlos su amigo de Perú: “para Benito el día debía tener mas de 24 horas”.

Benito vivió entre dos países que se ganaron su corazón: Perú y Chile.

No conozco su recorrido anterior. Benito vivió en Santiago del 78 al 84, allí construyo la actual casa de Huamachuco, donde vive Noel. Y comenzó a crear la cooperativa de trabajadores SERVATEC, que llegó a tener mas de 100 miembros, allí trabajo Noel hasta jubilarse y algunos jóvenes que pasaron por la fraternidad.

En el 84 pasó a Lima, donde ya había vivido muchos años, para encargarse de los estudios de los hermanos del Continente, (Hermanos de Jesús, hermanos del Evangelio y Hermanitas de Jesús). Se encargaba de todo: conseguir los profesores, el centro de estudios, los talleres de estudios y además lugares para que los hermanos trabajaran con sus manos y ganarse la vida. En ese tiempo fueron a fundar las hermanitas una nueva fraternidad en las afueras de Lima y los estudiantes atravesaron cerros llevando al hombro todo lo necesario para construir su casa bajo la asesoría de Benito

En su casa siempre preparaba una gran olla de sopa de verduras y algunos aditivos especiales que dieron origen a la famosa “sopa de Benito”. Después de la sopa Benito pasaba a seguir trabajando hasta altas horas de la noche, era un ave nocturna.

Después de los estudios Benito se dedicó, además de su trabajo, a elaborar un texto sobre la fraternidad, recogiendo aportes de los diarios de los hermanos y además a diferentes autores para que todos escribieran sobre la espiritualidad de Nazaret y así nació el libro “Yo soy tu hermano”, podríamos decir que es “el Corazón de las Masas latinoamericano”…

Benito siguió trabajando en Lima y allí también reunió a un grupo de profesionales de la construcción y sus ayudantes que permitían a todos ganarse la vida y aprender un oficio para muchos jóvenes.

Fui a vivir a Lima el año 93 con Jacinto y Benito. Benito siguió su ritmo de trabajo hasta asumir con sus compañeros la construcción del monasterio Benedictino en Chucuito, al lado del lago Titicaca cerca de la frontera entre Peru y Bolivia. Benito pasaba fácilmente del nivel del mar a tomar un avión para subir a 4000 mts de altura. No sabemos la causa de su mal pero en febrero de 1998 sufrió en Lima un derrame que dejo paralizado todo su lado izquierdo. Benito paso 27 dias en el hospital “Maison de Santè” sin saber quien era, luego de ello acepto ir por un tiempo al sur de Chile, se decidió después que fuera a Europa y en Francia fue atendido con terapias sin resultado alguno hasta que llegó a Bélgica donde una doctora le enseño a caminar sin silla de ruedas, al lograr esta autonomía quiso regresar a Chile, con Noel y Elias.

En Chile Benito se ubicó en una casa a pocos metros de la de los hermanos, donde tenía su vida y su trabajo, muy ayudado por el computador y compartía las comidas con los hermanos. Durante años “caminaba” a la otra casa hasta que fue perdiendo fuerza y debió aceptar la silla de ruedas permanente. Benito nunca dejo de trabajar y se dedico a promover la educación para adultos en el barrio, acompañaba un grupo cultural que editaba la revista “la Chispa”, que después de años termino solo con artículos suyos, lo que muestra su tenacidad. Siempre fue fiel para recordar cumpleaños y estos con saludos que eran largos escritos con su única mano y a altas horas de la noche.

Benito pasó hace dos años al Hogar Padre Hurtado, para personas de la calle, acogido gracias a su vocación Nazarena, por intermediación de los Jesuitas, acogido por las Hermanas que llevan el Hogar. Benito sentía que estaba compartiendo la vida de los últimos como lo quería el Padre Hurtado inspirador de esta obra que ya es una fundación.

Benito estuvo siempre atento a que las reuniones regionales de la fraternidad fueran enriquecidas con reflexiones y llegaba a ellas con textos elaborados, era prácticamente el único en hacerlo. No siempre lograba hacerse entender, ya fuera porque no se le entendía al hablar o porque al hacerlo lo hacía con una fuerza que podía asustar a su interlocutor.

Benito, gracias por tu vida vivida a “full”, te perdonamos tus momentos en que alzabas la voz y golpeabas la mesa para tratar de hacernos entender aquello que te parece no lográbamos captar y que si lo pensamos bien se resumía en aquel titulo que diste a tu libro “Yo soy tu Hermano” y que eso debemos ser todos en la Iglesia sin privilegios para nadie, todos hermanos!!!

Benito, digno discípulo de Carlos de Foucauld que quiso ser “el hermano universal”, Jesús te dice hoy “Ven, Benito de mi Padre porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed….”(Version libre Mateo 25:34-36).

 

Hermano Jorge Tobón, Ibagué, Colombia

Ir al contenido