El evangelio de hoy nos presenta la parábola del trigo y la cizaña.
Dios en su sabiduría los deja crecer juntos, al igual que el trigo y la cizaña. Observo la corrupción, injusticia, el daño al medio ambiente, la explotación, la desigualdad en nuestro alrededor. Es por esto que le pido a Dios valentía para lidiar con esto, tal como él lo hizo.
Tanto en nuestra sociedad como en nuestras comunidades, familia y vida personal todo se junta, como lo son nuestros errores, cualidades, límites y fallos. Nunca es fácil entender el porqué Dios no interviene para remover la maleza que dificulta la vida.
En nuestra vida conocemos y compartimos con personas de diversos orígenes, cada una con su historia, opinión, vivencias, sueños y anhelos. Y existen personas que no saben convivir con las diferencias del otro y quieren ser jueces de los demás, quieren tener la razón y estar en la verdad sobre la opinión del otro y hacerles creer que están equivocados.
Hoy Dios en nuestro evangelio, nos invita a ser trigo entre la cizaña. Aceptar cuando cometemos errores y cuando herimos a los demás cuando no tenemos conciencia en nuestras actitudes.
En este espacio de cuarentena, donde la pandemia nos tiene abrumados, aprovechemos de reencontrarnos con los nuestros y nosotros mismos en este tiempo para poder valorar nuestras cosechas y a la vez perdonar y perdonarnos.
Hoy los invito a reflexionar frente a estas preguntas:
- ¿Cómo observas en tu vida la mezcla del trigo y la cizaña?
- ¿Alguna vez has sido cizaña para otros y te has dado cuenta de tu error?
- ¿A quién te pareces, a los trabajadores que quieren arrancar la cizaña o el dueño que quería esperar hasta la cosecha?