Rodrigo Mayorga, historiador y antropólogo educacional: “Nosotros como país nos merecemos un proceso constituyente”

A pocas semanas del plebiscito para abrir el proceso constitucional, el ex alumno y profesor del colegio SS.CC. Manquehue y director del proyecto “Momento Constituyente”, nos comenta sobre qué le parece el ambiente de la votación del 25 de octubre y cuán importante es para nuestra ciudadanía. Además es categórico señalando que el sufragio que se realizará en unos días más es el hito “más histórico en los últimos 30 años de nuestra democracia.”.

1.¿El plebiscito del 25 de octubre, es el hito más histórico de la democracia en nuestro país? ¿Qué es lo que está en juego?

Yo diría que obviamente depende del criterio que uno use, pero sin duda es uno de los hitos más históricos de la democracia en nuestro país. Hay que entender que este plebiscito o este proceso constituyente tiene una particularidad, en relación a los procesos constituyentes anteriores. Este es el primero que se va hacer por un lado, en un contexto democrático y al mismo tiempo con una participación de una ciudadanía amplia. Si uno se va hacia atrás, los procesos de las 3 grandes constituciones que ha tenido Chile, todos son procesos que han surgido o después de una guerra civil, durante una dictadura o producto de la acción militar como fue el caso de 1925.

Entonces bajo esa lógica, sin duda alguna estamos frente a  algo que no habíamos vivido nunca. Ahora, siempre entendiendo que el plebiscito forma parte de un proceso que es más largo, que por lo tanto, no es solo un plebiscito que se cierra, sino al contrario, este es un plebiscito de una manera que abre la discusión constitucional. 

¿Pero en los últimos 30 años es el hito más histórico?

Totalmente. Uno quizás podría comparar en término de lo histórico con lo que pueda haber sido el retorno a la democracia en los años 90 o la obtención de votos por parte de las mujeres, que implicó tener voto a la mitad de la población. Depende del criterio, de todas maneras si uno lo mira en los últimos 30 años, probablemente sí. Es el hito histórico más importante en la historia de nuestra democracia. 

¿En este plebiscito cuál es el rol del gobierno?

El plebiscito hoy día es parte de nuestro orden constitucional, fue aprobado por la ley 21.200 a fines del año pasado. Por lo tanto, el plebiscito forma parte de nuestra constitución. Entonces en ese sentido, la primera responsabilidad que uno podría decir del gobierno es justamente hacer que ocurra. Hay que cumplir con eso como tal. Obviamente la participación es importante y yo creo que ahí hay una necesidad de que el gobierno tome un rol más activo en promover la participación, porque lo que nos importa, es que la decisión que se tome sea lo más legítima posible. Y algo que le da legitimidad a una decisión es la cantidad de gente que va obviamente a votar. Si una opción gana con el 51%, pero fue a votar 1/10 de los que podían ir a votar Y al final del día da un poco lo mismo porque el resultado sigue valiendo, pero ese tipo de cosas van afectando la legitimidad de los procesos.

Entonces el gobierno debiera tomar un rol en el sentido bastante más promotor de la participación de lo que ha tomado hasta el momento. Y por supuesto garantizar que el plebiscito se dé con las condiciones sanitarias más seguras posibles. Hay que tener en cuenta que parte de esa potencial baja en la participación, tiene que ver con el miedo lógico ante la situación de pandemia. 

Teniendo en cuenta que has acompañado muchos espacios de reflexión en torno al plebiscito. ¿Cómo percibes el ambiente previo? ¿Está bien encaminado o falta información a la ciudadanía?

Hay harta información, sin duda alguna. Ahora lo que pasa es que hay una diferencia entre la información y la forma en comunicar. Creo que algo que nos ha demostrado mucho desde hace un año, es cuán poco sabemos y cuán poco educados como ciudadanos y ciudadanas estamos.

Soy en teoría experto en estas cosas, he estudiado todo y si algo me ha sorprendido en este último año es descubrir cuánto no sabía. En el fondo cuando digo esto, no es para decir que yo sé mucho, al contrario, para decir que en el fondo ni los que creíamos que sabíamos mucho, sabíamos mucho realmente. Entonces lo que falta es la necesidad de educación constituyente. Una que combine la dimensión cívica, democrática y de diálogo.

Ahora estoy dirigiendo justamente una organización que ha surgido en estos meses que se llama Momento Constituyente. Lo que tratamos de hacer nosotros tiene que ver con esta dimensión de educación constituyente, con entender también de que los procesos educativos, si bien sigo creyendo que tienen un foco fundamental en la escuela y en los aparatos educativos formales, también existen otros espacios de educación comunitaria. 

Con respecto al plebiscito, estoy muy esperanzado con este proceso constituyente. En parte por lo histórico y único que es esto en nuestra historia, pero en parte también porque si algo que he descubierto en estos meses de estar haciendo charlas en distintos lugares de Chile, es que uno ve el interés de las personas. Hay mucho interés en la ciudadanía por hacerse cargo de tomar estas decisiones conjuntamente y tomarlas bien.

¿Qué rol debería jugar la Iglesia en el proceso constituyente? ¿Cómo la percibes? 

Uno tiene que entender que un proceso constituyente es una especie de “mesa” donde se sientan a conversar los distintos miembros de la sociedad, justamente para ponerse de acuerdo en cómo quieren vivir conjuntamente y dentro de eso están las instituciones como la iglesia.

Entonces, la Iglesia no es más ni menos importante que otros grupos. Ahora el principio fundamental para efectos de esta noción de la mesa constituyente es que nadie tiene que estar sobrerrepresentado.

El problema está cuando ciertos grupos ven sus voces sobrerrepresentadas porque tienen algún tipo de recurso de poder, ya sea un poder económico, o un poder ganado a través de artimañas, mentiras, o por campañas del terror. En ese sentido, creo que probablemente un proceso importante que la Iglesia puede vivir, tiene que ver con reconocer ese poder histórico que ha ocupado. La Iglesia ha sido una institución dentro de la historia de Chile y del mundo que ha tenido mucho poder en algunos momentos. La única posibilidad de poder entrar a la mesa a conversar de la manera justa, es reconociendo esas dimensiones de poder, que efectivamente incluso todavía pueden entregarle una suerte de voto extra. 

Esto no es solo un mal de la Iglesia, sino que hay un mal transversal social que tiene que ver con una especie de que la autocrítica se ha visto como una suerte de debilidad. Cuando un grupo reconoce que a lo mejor en el pasado o incluso a veces en el presente, algo no se está haciendo bien, como que pierde una posición dentro de esta competencia y volvemos a la lógica de la competencia que también nos ha dominado tanto en los últimos 30 años.

¿Qué cambio podría tener la imagen de la iglesia a partir de una nueva constitución? 

Creo que va a tener que ver con lo que la iglesia asuma y haga dentro del proceso constituyente. El proceso constituyente es una oportunidad para todas las instituciones de alguna manera para preguntarse por qué tipo de país se la quieren jugar.

Si no toma esta oportunidad creo que la imagen que va terminar sacando es una imagen de cierta irrelevancia que incluso es más peligroso, que una imagen que a lo mejor a algunos no les va a gustar, sino que va a quedar con esta imagen de intrascendente. Y si no es en este momento, no tienes otra oportunidad. Si en este momento estás difuminado, no vas aparecer al medio de la nada.

Como historiador… ¿Hay que cambiar la constitución de 1980? ¿Por qué?

Nosotros como país nos merecemos un proceso constituyente. No hemos tenido nunca la posibilidad real de conversar cuál es el tipo de orden y pacto social en el cual queremos vivir. 

Sería un error cerrar el proceso constituyente ahora por miedo, por temor a lo que puede pasar o por la desconfianza de las personas. Merecemos tener esa conversación y que salga un producto que nos refleje en lo más posible. Ahora, hay que tener claro que este plebiscito no termina la constitución anterior o crea una nueva. Lo que hace es que mantiene abierto un proceso que nos llevaría eventualmente a tener una propuesta de constitución que vamos a poder optar. Si es la que queremos o si mejor nos quedamos con lo que teníamos hasta este momento. Esto es histórico, es una oportunidad que no hemos tenido nunca en nuestra historia y lo que salga de aquí depende de nosotros, eso es lo que hay que tener claro. 

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