“…Vamos mujer,
partamos a la ciudad.
Todo será distinto,
no hay que dudar.
No hay que dudar, confía,
ya vas a ver,
porque en Iquique todos
van a entender…”
En estos días se realizó un concierto a través de las plataformas sociales por los 50 años de la Cantata de Santa María de Iquique, obra del grupo chileno Quilapayún. En esta ocasión fue interpretado por voces femeninas.
Como todos saben, se trata de una cantata que narra una de las historias más crueles que se vivió en el norte del país a comienzos de siglo XX. A través de la cantata se quiere contar el sufrimiento y el asesinato de obreros salitreros y sus familias a manos del Estado de Chile.
Según los datos de la Biblioteca Nacional de Chile, las huelguistas oscilaban entre las 15.000 y 20.000 mil personas, paralizando tanto la actividad minera y otras. Como muy bien lo narra la cantata, pues se unieron “los carpinteros, los de la Maestranza, los carreteros, los pintores y sastres, los jornaleros, lancheros y albañiles, los panaderos, gasfíteres y abasto, los cargadores. Gremios de apoyo justo, de gente pobre”. El estado chileno se negó a las negociaciones y determinó la prohibición de toda actividad sindical.
Era un 21 de octubre de 1907 cuando los obreros se negaron a dejar la ciudad y la escuela para volver a sus actividades. Fue ahí cuando las políticas estatales de violencia reprimieron a estos obreros convirtiendo una lucha digna de los trabajadores, junto a sus familias, en una matanza sin precedentes, que ha dejado una herida en la historia de los obreros salitreros y que hasta el día de hoy se sigue contando para no olvidar.
Un poco más de sesenta años después, este grupo musical ayuda a través de la música hacer pública y recordar esta historia, que es trágica e inhumana, y donde miles de compatriotas y extranjeros son asesinados por el Estado. Ellos confiaron en las autoridades de la época y fueron traicionados.
Ese Chile no ha cambiado mucho y las revueltas del año pasado lo demostraron con mucha claridad. En este país todavía hay hermanos que mueren de hambre, que no les alcanza para llegar a fin de mes. Este país sigue discriminando a los pueblos originarios, sigue siendo un país xenófobo y clasista, ya que se alegra con la llegada de un tipo de extranjeros, pero a sus pares los miran con sospecha y abusan de ellos.
Chile sigue siendo un país centralizado en la capital de esta nación, olvidando las realidades regionales tan distintas a Santiago. En estos momentos se hace sorda, muda y ciega para no perder sus privilegios económicos ante tantos abusos.
Simplemente, lo que buscaban los obreros era lo que les correspondía, por su esfuerzo y trabajo. Se cansaron de pedir limosnas y nunca se dejaron esclavizar. Se unieron para pedir justicia y dignidad, dos principios básicos que todo ser humano tiene. Pero por la avaricia de unos pocos, se les fue negada, y lo peor, esto sigue sucediendo.
La cantata de Santa María en su canto final nos dice que “no basta solo el recuerdo”, que “no basta solo el lamento” porque en algún lado de nuestro país se sigue abusando, violentando, discriminando. Para lo cual, tenemos que estar atentas y atentos como sociedad adulta que somos. Para decir un basta por los de hoy, de ayer y, sobre todo, por los de mañana.
Son 113 años de historia inconclusas, en donde le siguen robando lo ganado al mundo obrero. Sin embargo, se puede seguir “unidos como hermanos porque así nadie los vencerá”. Ya que, el mundo obrero “nunca se dejará vencer” y “nunca lo podrán esclavizar”
Que este canto siga repercutiendo en nuestras historias, para ser cada vez más consciente de lo que somos como historia y país. Y al mismo tiempo, seguir confiando que un mundo pleno es posible, con el anhelo de un mañana mejor. Cincuenta años de caminata, cincuenta años de consciencia.