El Nuncio Apostólico en Chile, obispo Alberto Ortega Martín, visitó la parroquia San Pedro y San Pablo,la tumba de padre Esteban donde oró y reflexionó, el albergue homónimo que está próximo al templo y donde saludó con afecto a las personas de la calle, y presidió la eucaristía el domingo 5 de septiembre con que se celebró el 107 aniversario del natalicio de Esteban Gumucio.
Es un obispo de 59 años, español, con trayectoria en la carrera diplomática de la Santa Sede y fue nombrado Nuncio Apostólico en Chile por el Papa Francisco, en pleno estallido social de 2019. Llegó al país algunos días antes de Navidad de ese mismo año. Ha debido permanecer en cuarentena como todos durante ya año y medio y ha salido muy poco. Algunas de esas han sido para asistir a ordenaciones episcopales, y últimamente, para participar en la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal. Por eso, llegar hasta La Granja a celebrar el natalicio de Esteban Gumucio, es todo un hito.
Previo a la misa y después de visitar el albergue, respondió muy cordialmente nuestras preguntas.
— ¿Cuál es el atributo del padre Esteban que más le llama la atención?
— Creo es lo que hemos visto en su tumba: fijo los ojos en Jesús. También me llaman la atención, los testimonios que hasta ahora he escuchado. Es que él también tenía una mirada muy bonita, muy acogedora, y que abrazaba a las personas.
«Pues yo destacaría estas dos grandes cualidades de todos los cristianos y de todos los santos, que es a lo que estamos llamados: a tener los ojos fijos en Jesús. Y con eso tener una mirada de caridad hacia todos, y de una manera especial hacia los más necesitados para que ellos encuentren en nosotros acogida, cariño y una una buena noticia para sus vidas».
— Este año, al cumplirse los 107 años del natalicio, estamos conmemorando al padre Esteban con una reflexión que nace de uno de sus poemas, que se llama «Ciudadano del mundo». ¿Qué suscita en usted este poema?
— Pues, es una invitación a vivir unidos como ciudadanos del mundo, que yo creo que está muy en la línea con el pensamiento de nuestro Papa Francisco, que tengo el gusto y el honor de representar en este país, cuando nos invita en su última encíclica Fratelli tutti a reconocernos todos como hermanos y hermanas.
«Y me parece que ese mensaje de ciudadanos del mundo, es una invitación a estar abiertos, a dialogar, a construir juntos, a colaborar, y con una misión que tiene que ver no solamente con la Iglesia sino que es un bien para todos, para toda la sociedad.
«Me parece un mensaje particularmente importante también para Chile, en estos momentos tan, tan importantes, de expectativas, de cambio. Creo que sentirnos ciudadanos unidos, construir juntos el país que queremos para todos. Me parece que es un mensaje que nos deja también como una buena noticia para todos».
— El padre Esteban es una figura de pastor muy querido ¿qué desafíos ve usted o qué le dice esa figura a los sacerdotes de hoy?
— Es una invitación a tener esa cercanía con la gente, a dejar un buen recuerdo también en el corazón de las personas. Usando las palabras del Papa Francisco, es una invitación para ser pastores con olor a oveja.
«Es decir, ser pastores cercanos, porque ahora, en un momento donde ha habido tantas dificultades y donde el sacerdocio se ha quedado un poco ensombrecido para tantas personas por el problema de los abusos, que nos ha hecho tanto daño, es volver a recuperar de alguna manera la grandeza y la belleza del sacerdocio de los pastores que están cerca de la gente, porque tienen los ojos fijos en Jesús, porque viven su vocación de servicio y contribuyen al bien de todos.
«Creo que tener ejemplos así, es un aliciente para que los sacerdotes vivan con entusiasmo y con ilusión su vocación de servicio, de entrega al Señor y de entrega a los hermanos». / AP