Sacerdote de Iquique reflexiona sobre la dura realidad que viven los migrantes

“…TUVE HAMBRE Y ME DISTE DE COMER,

TUVE SED Y ME DISTE DE BEBER,

ESTUVE DESNUDO Y ME VESTISTE,

FUI FORASTERO Y ME DISTE ALOJAMIENTO…”

Mateo 25

Hemos sido testigos de un proceso nefasto y doloroso, que no se puede reducir a lo acontecido en un día, el de hoy, sino que viene anunciándose desde hace mucho tiempo.

Un proceso de invisibilidad, de indolencia y de profunda negligencia en el tratamiento del tema de los Migrantes que asola desde hace mucho tiempo a nuestra región.

Este no es un problema teórico sino un desafío a la condición humana de nuestros coterráneos y a las autoridades de nuestra Patria. Un desafío a nuestra conciencia moral y a la conciencia cristiana de los hijos de este desierto que florece en julio y agosto, en La Tirana y Tarapacá y que se recrea en cada circunstancia en que la solidaridad es necesaria.

No, es vergonzoso lo ocurrido hoy. Es vergonzoso el desalojo violento y matonesco y la reacción de mucha gente que, confundida, descargó su furia contra esa otra gente, que hacinada en las plazas sobrevivía con niños, ancianos, mujeres y hombres cansados y hambrientos que buscan entre nosotros mejores condiciones para vivir; Mucha gente confundida porque por una parte es comprensible su malestar y su tensión y por otra parte, tal vez sin querer, han equivocado el punto que era necesario atacar, al quemar las escasas pertenencias, a insultar con violencia verbal a los que son víctimas y no son sino pobres que buscan superar su condición desesérada.

¿Qué soluciona expulsarlos de una plaza si no se les ofrece otro lugar para pasar estos días? ¿No es evidente la falta de interés, o de planificación o de seriedad?

Parece que todavía no hubiéramos entendido el concepto básico de Derechos Humanos; Mil veces repetido. Mil veces proclamado. Mil veces predicado. En los templos y homilías, en los foros y los discursos, en los folletos y en los libros, hablando de política, de economía, de moral o religión, de ciencia y tecnología …

Los Derechos del Hombre y de la Mujer, son los Derechos de Dios, porque al decir de los Padres de la Iglesia de los primeros tiempos y de los primeros cristianos, el mismo Dios se hizo hombre, para que el hombre y la mujer se eleve a la categoría de Dios.

Los Derechos Humanos son irrenunciables, inalienables y permanentes, según la sociedad en la que vivimos, según la Doctrina Social de la Iglesia, en la que participamos, según la conciencia humana contemporánea. Irrenunciable significa que su dignidad no puede posponerse nunca, inalienable significa que no se pueden enajenar, ni ceder, ni vender, que pertenecen a todas y cada una de las personas por el sólo hecho de haber nacido e incluso antes de nacer, permanentes significa que no cesan con el tiempo y que se mantienen siempre como atributo de toda persona,

Lo que ha pasado en Iquique, no resiste ni un análisis político sociológico, filosófico o religioso.

Las Autoridades de Gobierno deben responder. Este es un problema de Estado, excede las responsabilidades municipales, porque afecta a muchas municipalidades, excede las responsabilidades regionales, porque afecta a muchas regiones, y excede con mucho, las responsabilidades de la caridad o de la solidaridad ciudadana y cristiana, aunque no nos exime de la obligación de acudir siempre en ayuda de los pobres, los enfermos, los débiles y los perseguidos,

Organicémonos para ayudar, especialmente a los ancianos y a los niños y a todos, hombres y mujeres que lo necesiten, pero, la intervención seria y respetuosa de la dignidad humana es de aquel que tiene la obligación de hacerlo.

Que Dios Misericordioso, su Madre, la Chinita del Carmen a la que veneramos en la tierra bendita de La Tirana, San Lorenzo de Tarapacá, diácono defensor de los pobres, San José, Migrante en Egipto y nuestra conciencia solidaria de chilenos nos ayuden a superar esta vergüenza y nos abran los caminos de reparación.

Franklin Luza Zañartu

Iquique, Domingo 26 de Septiembre de 2021

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