Emblemática agente pastoral de esta comunidad, esposa de Aníbal Matus, quien falleciera en febrero pasado. El jueves 31 de marzo a las 14:00 hrs. s realizará un responso y oración por la señora Blanca, para luego partir al Cementerio Parque del Recuerdo, donde será sepultada a las 16:00.hrs.
Fue una de pobladoras, que le entregó al Papa Juan Pablo II, una tasa de té cuando visitó Chile en 1987, en su emblemática reunión en el Parque de La Bandera, ella fue Blanca Rosa Salazar Mora, quien falleciera este martes 29 de marzo a sus 97 de años.
“Blanquita” está siendo velada, a partir de hoy miércoles 30 de marzo a las 12:00 hrs, en la Parroquia San Pedro y San Pablo, ubicada en Av Padre Esteban Gumucio N° 0498, con Av. Cardenal Silva H, La Granja, . Confirmado un «velatorio popular» en el frontis de la parroquia a las 19:30 y un responso a las 20:00 hrs, presidido por Mario Soto ss.cc.
A las 14:00 hrs. del jueves 31 de marzo realizará un responso y oración por la señora Blanca, para luego a las 15:00 hrs. el cortejo se dirigirá al cementerio Parque del Recuerdo. Av Vespucio Norte con Recoleta N° 555 Huechuraba. (16:00 hrs)
Nos unimos en oración a la Parroquia San Pedro y San Pablo y la familia de Blanca Salazar, quienes nos comparten la siguiente semblanza:
Blanca Rosa Salazar Mora, oficialmente registra como fecha de nacimiento el 30 de noviembre de 1925, pero ella nos explicó desde niños que su cumpleaños era celebrado cada 30 de agosto, el día de Santa Rosa de Lima, por devoción familiar. Su madre María Natividad y su padre Floridor, contrajeron segundas nupcias y tienen seis hijos. Ella nace al alero de las Tierras del Walmapu en las cercanías del pueblo de Santa Bárbara VIII Región en el Sur de Chile. Desde su edad escolar se destaca por su creatividad y generosidad. Se alimenta de mucha fe católica, vida sana y saludable en los campos de este territorio ancestral. A la edad de 15 años emigra a Santiago con su prima Elvira a trabajar como “cuidadora de niños” haciéndose pasar como mayor de edad y terminó trabajando como «Empleada doméstica» con una familia del barrio alto de la ciudad.
Se casa a los 28 años con Aníbal Matus Rodríguez QEPD y se mantiene fiel al matrimonio por más de 66 años. Tienen cuatro hijos, Blanca, Cecilia, Enrique y Viviana, varios nietos y bisnietos. Cultivan vínculos familiares con hermanos, primos, sobrinos y sobrinas.
Pasa gran parte de su vida matrimonial como una guerrera y combatiente de la Fe y de la Vida, realizando muchos esfuerzos para sacar adelante a su familia, trabajando como vendedora ambulante de cloro, berlines y quesito fresco.
Junto a su esposo participaron activamente en organizaciones sociales de nuestra comuna de La Granja, siendo destacada por la Ilustre Municipalidad como una de las mujeres forjadoras de nuestro territorio local y desempeñando actividades pastorales, colabora en la fundación y construcción de la Parroquia San Pedro y San Pablo en la comuna de La Granja. Desarrolla una intensa vida espiritual siguiendo con fidelidad cada una de las acciones el calendario litúrgico católico, participa comprometidamente en casi todas las Eucaristías y promoviendo la fraternidad desde su querida comunidad Nuestra Señora de Guadalupe en la Población Yungay.
Fortaleció junto a sus vecinas, centros de Madres y comités de Vivienda. Ella fue por esencia una educadora de la Fe y de la Vida. Realiza una maravillosa labor como Catequista acercando a cientos de niños y niñas a recibir el sacramento de la Primera Comunión. Desempeña, además, labores como Visitadora del 1%, Voluntariado en la atención de los enfermos, Ministra extraordinaria de la Santa Comunión, Talleres de Fe y Vida, activa colaboradora de la Olla Común de la Población Yungay, defensora del rol de las mujeres en la vida del pueblo y de la iglesia. El año 1987 es una de las tres pobladoras que ofrece una tacita de té con pan amasado al Papa Juan Pablo II en La Bandera y desde aquel tierno abrazo del Papa, ella se dedicó a dar la bendición a cuanta persona se le cruzaba en su camino, sin discriminar nunca a nadie, siempre con una sonrisa llena de amor, esperanza y respeto por todas y todos.
Con el paso de los años por su frágil estado de salud es ubicada como una «paciente premium» del Programa de Postrados del Cesfam P.E.G.
Fue una mujer muy sencilla, noble, generosa, amable, respetuosa y profundamente agradecida de Dios y de todos. No dejó ningún día sin realizar sus oraciones predilectas, el Padre Nuestro, el Credo, Dios te Salve María y la tradicional oración de protección de San Bartolomé. Siempre decía que veía al Padre Esteban sentado a los pies de su cama, que siempre venía a ver a su esposo Aníbal y a ella. Su hogar era literalmente la Iglesia doméstica de todos los días…quería estar acá en su hogar, hasta el último suspiro, junto a sus amados hijos. Dejó de existir pidiendo pan y agua, de la mano de cada uno de nosotros, mirándonos fijos y dando mil veces las gracias. De seguro ya los Ángeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, Tronos y Potestades la llevaron directo al cielo, a la nueva Jerusalén…como una Santa Mujer de Dios, realizando milagros cotidianos en su vida, aferrada hasta el final a la Santa Madre de Dios en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe que la cubre con su manto hasta el día de hoy. Fallece en su hogar, el martes 29 de marzo 2022.