Junto a otros nueve beatos, Carlos de Foucauld fue proclamado santo en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. Francisco: dijo que «sus vidas fueron un reflejo de Dios en la historia, vocaciones abrazadas con entusiasmo y gastadas dándose generosamente a todos».
Los 10 nuevos santos son: Carlos de Foucauld, Titus Brandsma, Lázaro conocido como Devasahayam, César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Justin Maria Russolillo, Marie Rivier, María Francisca de Jesús Rubatto, Maria di Gesù Santocanale y Maria Domenica Mantovani.
Refiriéndose alo común de estos nuevos santos, el Papa Francisco dijo en la homilía de la ceremonia de canonización que «Amar significa esto: servir y dar la vida. Servir significa no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad, compartir los carismas y los dones que Dios nos ha dado», explicó.
Y añadió: «Cuando das la limosna, ¿tú miras a la persona, tú la tocas? Tocar y mirar, tocar y mirar, la carne de Cristo en nuestros hermanos. Esto es muy importante. Dar la vida es esto», improvisó. Entonces, la pregunta cambia: “¿qué hago por los demás?”, preguntó el Papa, insistiendo en la necesidad de que «vivamos las cosas ordinarias de cada día con espíritu de servicio, con amor y silenciosamente, sin reivindicar nada».
«Y, luego, dar la vida, que no es sólo ofrecer algo, como por ejemplo dar algunos bienes propios a los demás, sino darse uno mismo. Es salir del egoísmo para hacer de la existencia un don, estar atentos a las necesidades de quienes caminan a nuestro lado, gastarnos por quienes tienen necesitad, tal vez también de ser escuchados, de nuestro tiempo, de una llamada».
Porque «la santidad no está hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano». y recordando lo escrito en Gaudete et exsultate, el Papa Francisco dijo: «¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales».
Carlos de Foucauld
Antes de convertirse en el «Hermano Carlos de Jesús», el joven Carlos, nacido en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858, emprendió la carrera militar. Durante su adolescencia, dejó de lado su fe, pero durante una peligrosa exploración en Marruecos, surgió en él una pregunta: «¿Existe Dios?». «Dios mío, si existes, permíteme conocerte» fue su petición, que ya adquiría los rasgos de la oración incesante que caracterizaría toda su vida.
De vuelta en Francia, De Foucauld se lanzó a la búsqueda y pidió a un sacerdote que le instruyera. Luego se fue en peregrinación a Tierra Santa. En los lugares de la vida de Cristo, encontró su vocación: consagrarse totalmente a Dios, imitando a Jesús en una vida oculta y silenciosa. Ordenado sacerdote a los 43 años (1901), Carlos fue al desierto del Sahara argelino, primero a Beni Abbès, pobre entre los más pobres, y luego más al sur, a Tamanrasset, con los tuareg del Hoggar.
Llevaba una vida de oración, meditando continuamente la Sagrada Escritura, con el deseo incesante de ser un «hermano universal» para toda persona. Murió a la edad de 58 años la noche del 1 de diciembre de 1916, asesinado por una banda de merodeadores que pasaba por allí.
Benedicto XVI lo beatificó en 2005 y Francisco lo proclamó santo el 15 de mayo de 2022.