En el Día de los Patrimonios, la Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso, monumento nacional desde 2003, nos habla de lo humano y lo divino. La Congregación inaugurará próximamente, en los altos de la sacristía, la pinacoteca de Antoine Knibiehly,
Siempre atenta a la realidad, la Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso ha sido fiel reflejo del carisma de la Congregación. Nació como capilla del colegio creado en 1837, tres años después que los primeros misioneros franceses que iban a Oceanía, decidieran quedarse en el puerto por la falta de clero para atender a la creciente población que llegaba al lugar por su auge económico. Así se comenzó a cubrir las necesidades espirituales de alumnos y familias del primer establecimiento educacional privado del país, creado después de la independencia de Chile (ver historia).
Relación con la comunidad
La relación del templo con la comunidad ha sido una clave cultural ampliamente reconocida. Así fue como el Ministerio de Educación, por decreto del 23 de mayo de 2003 y a través del Consejo Nacional de Monumentos, declaró a la Iglesia de los Sagrados Corazones de Valparaíso monumento nacional en la categoría de monumento histórico pues “representa el valor local, nacional y también universal de la ciudad-puerto de Valparaíso, que amerita su protección oficial”.
Esta iglesia ha sobrevivido a grandes sismos. Entre ellos, el terremoto de 1906 que dejó en llamas el barrio El Almendral donde se ubica, y la estructura sufrió graves daños. Esto no impidió que en las dependencia adyacentes, la Congregación de los Sagrados Corazones diera albergue a las personas que quedaron sin techo, instalando una carpa de circo facilitada por la firma Capra, según consta en el Archivo Histórico de la Armada.
En el terremoto del 27 de febrero de 2010 nuevamente el templo sufrió daños, siendo restaurado y hermoseado gracias a recursos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y de la misma Congregación. Reabrió sus puertas en agosto de 2013, y en 2021 la iglesia sirvió de vacunatorio a la comunidad afectada por la pandemia del covid-19.
Valor Patrimonial
Históricamente, uno de los desafíos importantes –según Pablo Rojas, arquitecto del ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, un gran y cercano colaborador de la Congregación– es “cómo adecuarse a las nuevas épocas donde la liturgia va cambiando, respetando el templo que es patrimonial”.
Así, por ejemplo –cuenta el profesional– que la antigua separación dada por una especie de reja que había entre el altar y la feligresía, donde la gente se hincaba para recibir la comunión («bandarilla del presbiterio»), se sacó y fue utilizada para armar el actual altar mayor. También, algunos de los antiguos confesionarios que permiten el anonimato de la persona cuando se confiesa, fueron transformados en pequeños locutorios para una confesión cara a cara.
En su planteamiento arquitectónico, este templo tiene “estilos como el neogótico, especialmente al interior de la iglesia donde la nave central y lateral están realizadas en bóvedas de crucería, apoyando sus nervios en ramificaciones de pilares fasciculados”, según explica técnicamente el portal del Consejo de Monumentos Nacionales.
En la cripta, que se ubica bajo el altar y que fue lo primero que se construyó del templo, están sepultados 166 religiosos SS.CC. y dos laicos cercanos. El último es Enrique Della Valle, fallecido hace menos de un mes.
Según información compilada por Rafael Domínguez, ss.cc, en el año 1871 el provincial de la congregación viajó a Europa, «donde adquirió casi la totalidad de los objetos de la iglesia». Indica el documento que de Francia trajo el reloj que está en la torre, 3 campanas, que con sus accesorios pesan 2.200 kilos, y que fueron dedicadas a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, a san José, y a san Juan Francisco Regis, respectivamente.
A eso se agrega el órgano de 24 registros y 1.500 tubos fabricado en París expresamente para este templo; y la lámpara del santísimo. Entre tanto, de Inglaterra el superior religioso trajo el pavimento tipo mosaico que es el piso de la iglesia, y 75 vitrales para las ventanas. Por último, en Bélgica adquirió los tres altares principales, el púlpito, los confesionarios, y las barandillas del presbiterio todo lo cual es de madera tallada y policromada.
Por eso, en una perspectiva espiritual, el provincial actual, René Cabezón ss.cc, comenta que «esta iglesia y su decoración, diseño y artefactos como el órgano, el campanario, los volúmenes y perspectivas, trasportan y comunican hacia lo divino. Por ejemplo, el rosetón central de la iglesia que se ubica encima del órgano, nos muestra luz, belleza, armonía, sonoridad, emocionalidad, lo que nos trasporta y conecta artististicamente, del mismo modo como procura hacerlo el rito litúrgico y los celebraciones sagradas, que nos evocan y conectan con el misterio de Dios».
Nuevo Aporte
Próximamente, un nuevo aporte hará historia. Para el 30 de junio de 2022 está programada la inauguración de la sala de arte, que ha creado y construido la Congregación mediante la Fundación Cultural Espacio Sagrados Corazones de Valparaíso.
La sala, homónima de la fundación, contará con una exposición permanente de más de 100 obras del sacerdote pintor, fallecido el año pasado, Antoine Knibiehly, ss.cc, más otras muestras de artistas invitados.
La refacción y adecuación del lugar se ubica en el segundo piso, sobre la sacristía de la iglesia y cuenta con la dirección del arquitecto Rojas, quien además es profesor de arte. Con esta fundación, “se busca la preservación del patrimonio de la iglesia y la conservación de las obras pictóricas de Knibiehly, abriendo de otro modo la iglesia a la comunidad”, explica Pablo.
Servicio actual
Para Ricardo Sotomayor, ss.cc, actual rector del templo, “esta iglesia es parte de la historia de Valparaíso y nos hace responsables de una larga tradición. Pero hoy, en este tiempo, nos toca seguir realizando nuestro sencillo y significativo aporte”.
Y explica: “hoy es un servicio a la ciudad, ofreciendo sacramentos como confesiones y eucaristías diarias, y otros como funerales. También servimos a nuestro colegio San Damian, que está al lado, acogiendo y acompañando a familias sencillas y de sectores vulnerables”, dice Sotomayor, quien además destaca que su función como rector “es animar la participación y apertura de la iglesia a esta ciudad que es tan diversa y rica culturalmente pero herida por la dureza de los tiempo vividos”, concluye. / APN
Fuente: fotografías del álbun fueron tomadas del blog Chile Iglesias Católicas