Fernando Cordero ss.cc: “Desde una lectura espiritual y no ideológica podemos atisbar hacia dónde va la nave de la Iglesia”

Confiesa estar contento con su cuarta visita que realiza a Chile. Hoy, junto a Jean Blaise Mwanda, también consejero general de la congregación, realiza una visita canónica a la provincia de Chile-Argentina. Concluirá con su participación en el XX Capítulo Provincial Extraordinario que tendrá lugar la primera semana de agosto.

Fernando Cordero Morales es andaluz (España), periodista y sacerdote. Nació en Algodonales (Cádiz) en 1971. Es consejero general y secretario general de la Congregación de los Sagrados Corazones. Vive en Roma y viaja visitando las comunidades a lo largo del mundo. En agosto de 2021, fue nombrado, por el cardenal Mario Grech, miembro de la Comisión de Comunicación del Sínodo de los Obispos. Antes de eso fue superior de su comunidad religiosa de Barcelona, asesor pastoral e integrante del equipo directivo del Colegio Padre Damián de esa misma ciudad. Además, fue director de la Revista 21, en Madrid, y encargado de comunicaciones de la provincia ibérica. En Youtube tiene su propio canal, “Cruzando Fronteras”, donde realiza entrevistas cada semana.

Dice que entre una visita y otra a Chile, ha podido percibir cambios en el país y en la iglesia. «Cada vez tengo nuevos conocimientos. Además, entremedio, viví in situ el estallido social (de octubre de 2019). Ahora, estamos en un período más sinodal de la Iglesia; hay nuevos nombramientos episcopales; y están surgiendo los equipos de gestión parroquial con incorporación de laicos”, enfatiza.”Sí, está habiendo un cambio», confirma.

Consejeros generales con parte del equipo de Gestión Pastoral de la Provincia Chile-Argentina

Y explica: “es la realidad la que nos lleva a tomar determinadas decisiones. Por ejemplo, en el número decreciente de hermanos, eso puede llevar a una colaboración mayor con los laicos, aunque ojalá esto no fuera por eso, sino que fuera por una opción eclesial que también existe. Pero sí, creo que la realidad nos mueve y nos hace cambiar, como en Concepción con los migrantes. O lo que se hace en Diego de Almagro. Sí, son los ideales los que nos mueven y la realidad nos aterriza”.

En agosto del año pasado Fernando Cordero fue convocado por el manager communication de la Secretaría General del Sínodo para formar parte de la Comisión de Comunicación de esa instancia, que también es apoyada por las comisiones de Teología, Metodología, y Espiritualidad.

Señala que «la Comisión de Comunicación tiene un plan para atender, todo lo relativo a la preparación y al desarrollo del Sínodo, atender tanto las crisis comunicativas como el desarrollo normal de las diferentes actividades. Después, también hay un grupo editorial que selecciona y prepara las noticias de un newsletter. Ahí participo», cuenta.

— ¿Qué diferencias hay entre los anteriores sínodos de obispos y este que se realiza ahora?

— Hay una diferencia notable en cuanto ahora hay cuatro comisiones sinodales que están muy implicadas. Hemos tenido dos encuentros al año de una semana de duración cada uno. El primero fue en octubre de 2021 y el segundo en abril último, donde nos hemos reunido todas las comisiones. Estas reuniones han sido muy importantes porque hasta ahora había mucho peso de la teología y de los teólogos, pero no tanto, por ejemplo, de la comunicación o de la metodología. Y ahora lo que se intenta es que el pensamiento teológico pueda llegar más a todo el pueblo de Dios, ver cómo se puede hacer una traducción de todo eso. Entonces, el que haya comunicadores ahí, implica también una mirada más crítica a lo que se comunica, porque a veces las teologías son muy elevadas y no conectan con lo que el pueblo de Dios está viviendo.

“Ahora, la gran novedad en este Sínodo es que exista una comisión de comunicación propia de la Secretaría General del Sínodo. Es decir, aquí se ha dado una importancia muy grande a la comunicación y a que la propia Secretaría pueda tener su propio plan, su propia política de comunicación, siempre en comunión con la Santa Sede, pero no dependiendo de los organismos comunicativos generales sino un equipo propio”.

Consejeros generales Fernando Cordero y Jean Blaise Mwanda posan junto a sus hermanos de la provincia Chile-Argentina en el retiro espiritual celebrado en este mes de julio.

— ¿Y cuáles serían las políticas que tienen entonces la Secretaría del Sínodo?

— Creo que una de ellas, por ejemplo, es la confianza en el equipo de parte del secretario general y los subsecretarios. Hay una gran confianza en los miembros de las comisiones sinodales a la hora de dar información y a la hora de saber hacia dónde van a ir ciertas reformas o ciertos cambios.

“Por eso hay cosas que nos las van adelantando, porque ellos tienen reuniones también con el Papa. Se quiere hacer un proceso con mucha transparencia, y de colaboración por parte de todos, aunque ciertamente hay también dificultades, porque no todos los continentes, ni todas las conferencias episcopales están viviendo los mismos procesos. A veces no es fácil porque –por ejemplo– comunicativamente, desde la primera rueda de prensa, lo primero que preguntaban los periodistas era sobre si las mujeres iban a votar en el próximo sínodo”.

— ¿… y? ¿van a votar o no?

— Hay ciertos temas que son los de siempre, que si no se tratan bien, pueden ser nuevamente titulares. El contenido real del Sínodo es que toda la Iglesia entra en un proceso de discernimiento para llegar a ciertos consensos. Luego, todos los demás temas, incluso los más periodísticos, estarían dentro de ese proceso.

“Pero por cierto es apasionante porque la prensa cumple un gran papel. Pone nervioso, entre comillas, al secretario y a los subsecretarios, quienes tienen que dar la cara ante los focos. Eso ayuda a que todo esté más contrastado y que se consideren más las opiniones de todos. Eso es bueno. Los medios de comunicación, aunque son muy criticados por muchas razones, son muy necesarios porque también hacen avanzar a la Iglesia”.

— En ese sentido, la transparencia es una clave para la credibilidad. ¿Cómo dan transparencia a los procesos?

— Bueno, el secretario y los subsecretarios, intentan estar muy atentos y escuchar a todos los equipos que tienen. También a las conferencia episcopales, porque la credibilidad parte de una escucha sincera y después que se sepa muy claramente qué metodologías se van a ir usando y qué tipo de tabulación se usará en el proceso para que todo el mundo sepa de una manera muy sencilla cómo se va a ir realizando y cómo se van a ir dando los pasos siguientes. Lo que nunca he visto ha sido una actitud impositiva por parte de los máximos responsables del sínodo.

— ¿Cómo bajan estos temas a las diócesis? ¿Qué has visto en tu viaje a Chile?

Fernando Cordero ss.cc. (izq) junto al obispo de Copiapó, Ricardo Morales.

 — Pues me llama la atención que en diócesis muy pequeñas, como Copiapó, donde nos reunimos con el obispo Ricardo Morales, se ve la ilusión que despierta y el trabajo que se hace en la diócesis. La consulta del sínodo no solo va s servir para enviarla a Roma, sino ella será insumos para el plan diocesano. Eso es propio de una Iglesia convencida del camino sinodal. Pero en otros sitios, evidentemente, el tema del sínodo pasa más de puntillas. Por ejemplo, en Irlanda, que si el obispo y el sacerdote de una parroquia no animan el proceso sinodal, pues todo termina. Bueno, siempre se puede participar, pero lo natural es hacerlo de una manera parroquial, diocesana, desde la comunidad.

“Pero sí que me he encontrado, aquí en la comunidad de Diego de Almagro y en Copiapó, un talante muy, muy sinodal, con una teología de caminar juntos, volcándose hacia el otro más que hacia uno mismo, para crecer y brillar, hacer camino juntos, que sería mucho más de lo que venimos diciendo hasta ahora.

“Y en la toma de posesión del equipo de gestión parroquial, en la Parroquia de Molokai en Santiago o en la Parroquia Jesucristo Misionero de Viña del Mar, se ve una renovación concreta que entra en lo que sería la sinodalidad incorporando a los laicos con algunos religiosos. Eso también sería otra señal del caminar juntos. En otros lugares apenas aparece”.

— ¿De qué depende?

— Depende mucho de los párrocos y de los obispos, porque hay, por ejemplo en España, obispos que están muy en sintonía con el camino sinodal. Y otros que la voz ha sido como más tímida aunque nadie dice que no, claro, porque algo que viene del Papa no se puede negar pero no hay un entusiasmo.

— ¿Qué hace que un obispo o un párroco se comprometa o no con este proyecto sinodal?

— Es casi como una opción eclesiológica que viene del Concilio Vaticano Segundo. La sinodalidad que era natural en el primer milenio de la iglesia, es algo que quiso recuperar el Concilio, y en consecuencia, depende mucho de la aceptación o no aceptación del Concilio y de la manera de funcionar de la Iglesia.

“Esto lleva la inseguridad que genera todo cambio y ciertamente no es para un reparto de poderes, pero no todos vamos a jugar el mismo papel. Los clérigos, los sacerdotes, deben aprender a convivir de una manera nueva con los laicos, con los más formados y con más identidad de la propia Iglesia.

“Eso depende mucho también de cómo nos situamos porque cada uno, un catequista de cualquier parroquia tiene su poder, o el que lee una lectura o el que hace tal cosa. Entonces, el que nos cambie la manera de hacer esto o lo otro, nos pone nerviosos. El pensar que siempre se ha hecho así y por eso no hay que cambiar es lo que mata a la Iglesia… creo yo. La iglesia tiene que ser más dinámica sin temor a que se diluya en una corriente social e ideológica porque este es un movimiento del Espíritu Santo, es un proceso espiritual. Lo que pasa es que se van a renovar profundamente las estructuras”.

— El Papa ha hecho algunos gestos significativos con la incorporación de mujeres. ¿Cómo se busca el empoderamiento de las mujeres en la Iglesia a partir del Sínodo?

— Mi experiencia concreta en el grupo de comunicación es que hay tantas mujeres como varones. Creo que hay más laicos que religiosos o sacerdotes. Sólo tenemos un obispo y somos cuatro los sacerdotes. En el grupo editorial trabajamos codo con codo con laicas y laicos. Y no es tanto el ser hombre o mujer, sino que cada uno, profesionalmente intentamos dar lo mejor de nosotros mismos. Y en ese sentido, creo que también se está propiciando el que haya más mujeres en las comisiones. Eso desde luego. Pero después también va destacando la gente que tiene dones personales.

— ¿Cuál es el principal aporte que hace la congregación en un proceso sinodal?

— La congregación está inserta en lo que son las iglesias diocesanas. Entonces, todo el trabajo que se hace a nivel diocesano, a nivel de conferencia de religiosos, a nivel de la Unión de Superiores y Superioras Generales, la congregación está como una voz más. Pero en general, la congregación está muy implicada.

— ¿Y qué aspecto del carisma dinamiza más ese aporte?

— Nosotros tenemos el carisma de contemplar, vivir, anunciar el amor de Dios, lo que implica que es un aporte positivo y no condenatorio del mundo. Es un aporte que abraza con una noticia que puede transformar a la gente, que puede dar alegría y felicidad. Y después también tiene una dimensión de reparación de las injusticias, de aquello que está roto, y que implica una mirada muy directa a la realidad.

“Entonces, por un lado somos una congregación que tiene una mirada muy espiritual pero por otro lado tiene los pies en la tierra. Por ello este mundo hay que transformarlo desde la opción de Jesús y de las bienaventuranzas. Este es un estilo que engendra familia, el lugar donde todas y todos pueden opinar, participar, tomar una decisión sin necesidad de votar, llegar a consenso en cosas muy concretas de la vida cotidiana. Esto es lo que aporta la congregación con su estilo pastoral, y con el celo por la misión”.

— Te veo muy confiado en el Espíritu Santo…

– Estar confiado en el Espíritu Santo no significa que uno no vea las dificultades que tiene el proceso sinodal. Considero que este proceso de Francisco no es solo abrir una ventana a esto que vamos a organizar aquí, sino que es un proceso muy meditado, muy pensado, que el Papa en su discurso nos mostró claramente en qué consistía este camino sinodal. Desde una lectura espiritual y no ideológica podemos atisbar hacia dónde va la nave de la Iglesia. Y cuando no vayamos juntos, en la misma barca, eso puede ser muy, muy complicado.

 

Entrevista de Aníbal Pastor N.

 

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