Hermano misionero que vivió entregando su vida a los más humildes y desvalidos, su corazón mostró siempre preferencia por los pobres, por los más marginados y olvidados
Miguel Macaya, fue un sacerdote misionero que vivió pobre entregando su vida siempre a los más humildes y desvalidos. Su corazón mostró siempre preferencia por los pobres, especialmente por los más marginados y olvidados.
Tuvo una gran capacidad para diversificar sus tareas, dicen sus cercanos, “ ninguno como él, en la provincia chilena de los Sagrados Corazones, estuvo en todos los lugares que ha abarcado la misión de la congregación en las últimas décadas: en Chile, en las diócesis de Concepción, Valparaíso, Santiago y Valdivia; en el Perú, en el altiplano y ceja de selva del sur andino de la prelatura de Ayaviri, y en Argentina, en la diócesis de Morón, dentro de la provincia de Buenos Aires. Esa versatilidad de Miguel fue de la mano con una gran disponibilidad para decir siempre sí.
Y también al momento de su enfermedad y de su muerte dijo siempre listo. Decía de sí mismo: “Vivo en disponibilidad cada amanecer y en acción de gracias cada atardecer”. Hasta el final mantuvo su ánimo disponible para estar donde Él quiera, haciendo lo que Él quiera y hasta cuando Él quiera.
Perteneció a la llamada Generación el 60 de la Congregación de los Sagrados Corazones, cuyo formador fue el padre Esteban Gumucio Vives sscc, santo sacerdote que tiempo después fue párroco de la Parroquia de San Pedro y San Pablo en la comuna de La Granja.