Cada 12 de diciembre se celebra a la Virgen de Guadalupe, cuya historia está ligada a un joven indígena del siglo 16. A ella los y lasa fieles de todo el mundo, le atribuye numerosos milagros y el santuario en Ciudad de México se llena para pedir y agradecer.
“Desde mediados del siglo XVII hasta la fecha, el culto a la Virgen de Guadalupe ha estado en permanente expansión”, dice la investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de México, Gisela von Wobeser, en su libro reciente: Orígenes del culto a Nuestra Señora de Guadalupe 1521-1688 (UNAM/FCE, 2019).
Detalla que actualmente dicho culto es la devoción católica de mayor crecimiento. Hasta antes de la pandemia, tenía más de 10 millones de peregrinos al año.
En efecto, cada año millones de devotos llegan a la Ciudad de México para venerar a la imagen guadalupana. Se calcula que en 2018 se recibieron más de diez millones de peregrinos, provenientes de muchas partes del país y del extranjero. Unos llegaron en convoyes de varios autobuses, otros en bicicletas y una buena parte caminando, en ocasiones hasta 500 kilómetros. Además, la Virgen mexicana es venerada en numerosas iglesias y altares dedicados a ella, tanto en México, como en otras partes del mundo.
La investigadora nos dice que el culto a la Virgen de Guadalupe se remonta a los primeros años después de la Conquista (ca.1525), cuando frailes franciscanos edificaron una ermita en el cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México. En este cerro antiguamente había un santuario prehispánico, en el que se veneraba, entre otras deidades, a la diosa Tonantzin Cihuacóatl.
Dicha ermita fue dedicada a la virgen María como madre de Dios, sin aludir a una advocación específica. Según Bernardino de Sahagún, se trató de un culto de sustitución, es decir, la intención de los frailes fue que los indios sustituyeran la devoción que tenían a Tonantzin por la de la virgen María.
No hay información sobre el momento en el que los frailes colocaron el sagrado lienzo, que hoy día está en la Basílica de Guadalupe, dentro de la ermita, pero, nos dice la investigadora, lo más probable que haya estado allí desde el momento de la fundación.
Lo que consta es que, a mediados del siglo XVI, es decir unos 30 años después, la sagrada imagen contaba con numerosos devotos, que le atribuían poderes milagrosos, sin que, en ese momento creyeran que la imagen misma era producto de un milagro.