Por Alex Viguerras ss.cc.
La vida del P. Esteban fue un diálogo permanente con Dios, con las personas y consigo mismo. En ese diálogo el Señor lo fue modelando. Parte fundamental de ese diálogo fue su capacidad de escuchar. En efecto, Esteban se daba tiempo, mucho tiempo, para escuchar a las personas. La gente quedaba impresionada de cómo escuchaba. Prestaba atención sin prisa, como si esa persona fuera la única en el mundo. Así también es relevante que escuchaba a toda persona sin distinción. Si hacía alguna preferencia era por aquellas personas que nadie escucha, que todos esquivan.
Esa capacidad de escuchar tenía relación con la cercanía personal. El P. Esteban fue un sacerdote cercano, que estaba allí donde las personas estaban. Por eso se da la posibilidad de escucharlas.
Esta acogida atenta tiene que ver, también, con la capacidad de descubrir en todas partes la acción de Dios. Ser testigo del Evangelio significa dos cosas. Por un lado, dar testimonio de la fe que se nos ha transmitido, que hemos experimenta- do, ese amor gratuito de Dios que se nos ha manifestado en Jesucristo. Por otro, dar testimonio de la acción de Dios que actúa cuándo quiere y dónde quiere.
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