La primera celebración de Domingo de Ramos sin mascarilla y después de la pandemia, tuvo lugar este domingo 2 de abril. En la comunidad de la Parroquia de San Pedro y San Pablo, unas trescientas personas se dieron cita para aclamar a Jesús.
“¿Aman a Jesús?”, preguntaba a todo pulmón el padre Mario Soto ss.cc. a la feligresía que le respondía con un fuerte “sí” mientras se congregaba en la placita ubicada en el sector norte aledaño de la parroquia, por la entrada del Albergue Esteban Gumucio.
En este lugar, se realizó la primera bendición de los ramos, animada por canciones y alabanzas. Luego en procesión se caminó una cuadra para ingresar al templo e iniciar la eucaristía.
La lectura de la Pasión, hecha con muy buena dicción, fue seguida por unas trescientas personas que repletaron el templo parroquial.
Mario Soto en su homilía se centró en llamar la atención de la acción del pueblo y de Pilatos en la sentencia de Jesús. Con ello, actualizó el mensaje evangélico para cuestionar las inflexibilidades y posturas alineadas con los mensajes comunicacionales sin hacer una cuestionamiento o discernimiento respecto de lo que es bueno o malo, como señaló el presbítero.
La eucaristía se desarrolló con la alegría típica de este Domingo de Ramos y la gente de las comunidades quedó invitada para las siguientes celebraciones de esta Semana Santa.
Domingo de Ramos de Francisco
Ya de vuelta en el Vaticano, luegio de haber estado internado por una bronquitis, el papa Francisco se repuso y encabezó la celebración de Domingo de Ramos en Roma.
Frente a más de 60.000 fieles y peregrinos congregados en la Ciudad Eterna, según las cifras de la Gendarmería vaticana, el Santo Padre puntualizó que la frase de Jesús nos lleva al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos.
El Obispo de Roma reflexionó sobre el sufrimiento de Jesús, «que fue grande», puntualizó, y remarcó que padeció en el cuerpo, en el alma, en el espíritu. El más lacerante sufrimiento es el del espíritu, según el Pontífice. De hecho, Francisco hizo notar que, en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Un acontecimiento real, un abajamiento extremo. «El Señor -dijo- llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el ‘por qué’ de los ‘por qué'». / APN