Mensaje a la Vida Consagrada en Chile y a la Iglesia Pueblo de Dios

Al concluir su asamblea anual, Conferre invitó a “retomar el camino de la misericordia y la compasión hacia nuestros hermanos, que han sido dejados a la vera del camino”.

La 53a. asamblea anual de las Superioras y Superiores Mayores de la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile, Conferre, celebrada en la comuna de Padre Hurtado, del 18 al 20 de abril, concluyó con un mensaje dirigido a la vida religiosa en Chile.

En esta jornada el tema de fondo consistió en responder a la interrogante “qué significa ser religioso(a) en Chile hoy”, y la misda final fue presidida por el cardenal Celestino Aós, arzobispo de Santiago.

En su homilía, el arzobispo convocó a los religiosos y religiosas a hablar con el testimonio y poner en el centro de sus vidas a Jesucristo (leer la homilía aquí).

El mensaje completo de Conferre es el siguiente:

MENSAJE DE LA 53 ASAMBLEA ANUAL DE SUPERIORAS Y SUPERIORES MAYORES DE CONFERRE

18 al 20 de abril del 2023, Padre Hurtado

“Y muy temprano, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salió el sol” (Mc. 16,2)
A la Vida Consagrada de Chile, y a la Iglesia Pueblo de Dios.

Hermanos y hermanas, queremos compartir con cada una y cada uno de ustedes lo que ha despertado el Espíritu del Resucitado en esta Asamblea Anual de la Conferre. 

Animados e iluminados desde el horizonte inspirador de las Mujeres del Alba, de la CLAR, 

acogimos la pregunta provocadora: ¿QUÉ SIGNIFICA SER RELIGIOSO(A) EN CHILE HOY?, este nos permitió adentrarnos en la realidad de nuestro país y en el don de nuestra vocación vivenciada en la diversidad de nuestros Carismas, que el Dios de la Vida ha regalado a la Iglesia. En el caminar de estos días, desde la fe y la esperanza, procuramos ir dando respuestas a esta interrogante… 

Hemos renovado con más fuerza la convicción que como Vida Consagrada, estamos invitados e invitadas a retomar el camino de la misericordia y la compasión hacia nuestros hermanos, que han sido dejados a la vera del camino.  Hoy, la vida sigue clamando en los rostros sufrientes: jóvenes, mujeres, migrantes, diversidad sexual, diversas formas de ser familia, aquellos que han sido violentados en su dignidad, y esto nos lleva a ensanchar nuestra tienda de la dignidad, de la confianza, de la diversidad y de la inclusión, para acompañar y dejarnos acompañar como Pueblo de Dios que camina hacia Jerusalén. 

En esta hora de Gracia de la Iglesia y de la humanidad, acogemos e integramos como Vida Consagrada, la invitación del Resucitado para salir del tiempo del dolor, de nuestras soledades, y valorar la riqueza del tiempo de la poda, que nos está permitiendo sanar, reaprender, para despuntar hacia la vida nueva, que es Jesucristo nuestra Opción Fundante.

Junto a las Mujeres del Alba, nos sentimos llamados(as) a resignificar nuestra fidelidad al proyecto del Reino, reencantándonos con lo que somos y tenemos; asumiendo nuestras fragilidades y vulnerabilidades: “Peregrinando al interior sin tregua y a la exterioridad con osadía y sin excusas” (Hna Liliana Franco). 

Profundizando en la pregunta generadora, el Espíritu nos fue orientando hacia la búsqueda del sentido y vivencia de nuestros votos, y de la encarnación de nuestros Carismas en el Chile de hoy, en cual estamos inmersos; sólo la vivencia en clave del Amor, de la gratuidad y donación mutua, nutrida en la vivencia de la vida comunitaria, nos impulsan a amar y dejarnos amar más plenamente, experimentando la alegría profunda de quienes se sienten amado(a), sostenido(a), por Aquel que posó su mirada en cada uno de sus hijos e hijas.   

El paso del Espíritu Santo, a través de las diferentes voces que hemos escuchado durante estos días, nos ha provocado movimientos, dinamismos, nuevas fuerzas y sueños. Invitados a caminar tras las huellas del Señor Jesús, como consagrados(as) solicitamos su sabiduría para despojarnos de las añoranzas, de lo establecido, de los miedos, y de todo lo que nos impide vivir la belleza de nuestra vocación en plenitud. 

Agradecemos al Espíritu del Resucitado, por las semillas de esperanzas sembradas desde el proceso sinodal que nos está impulsando a recuperar una Iglesia más sinodal, que vive desde la comunión, participación y misión compartida con el pueblo de Dios.  Este caminar juntos, nos urge e impulsa a convertirnos y despojarnos de todo tipo de estructuras, que nos impiden testimoniar el rostro humano de Dios, apartándonos de la centralidad en el seguimiento a Jesús de Nazareth y su Reino.

Agradecemos a Dios, a nuestros fundadores y fundadoras, por su sabiduría y lucidez para escuchar y responder a las necesidades de su tiempo, urgidos por la esencia del Amor Primero. Nos encomendamos a ellos y ellas para permanecer en fidelidad creativa en el Anuncio de “la alegría del Evangelio”, así como nos invita y compromete el Papa Francisco.

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