Reconociendo que el 11 de septiembre de 1973 “constituye un momento doloroso y dramático de nuestra historia”, los obispos del país constatan que actualmente hay en Chile “una polarización no sólo frente a nuestro presente, sino también respecto del pasado reciente”, invitando a mirar juntos lo ocurrido, para caminar hacia un futuro más compartido.
Por ello, deseosos de servir a la comunidad a la luz del Evangelio, el Episcopado destaca algunos valores y aprendizajes que la memoria de estos acontecimientos nos enseña hoy:
El respeto de la persona humana
Los pastores recuerdan que “la dignidad de la persona humana y el respeto de su vida desde la concepción hasta la muerte, es el principio fundamental de todo el orden social, lo que exige el cuidado irrestricto de los derechos humanos como base de nuestra convivencia”, agregando que “nadie puede ser atropellado en su dignidad” por cualquier motivo que minusvalore u olvide su condición humana. “La violencia nunca es un camino legítimo”, enfatiza la CECh.
Una herida abierta
En este punto, los obispos expresan una palabra de solidaridad a todos quienes han sufrido y sufren a causa de la violencia y el atropello a sus derechos humanos: “Nos duelen las lágrimas de todos estos años”, implorado nuevamente “a quienes tengan información sobre el paradero de personas detenidas desaparecidas, a que la entreguen debidamente, si no lo han hecho hasta ahora. Nuestro servicio como obispos y sacerdotes siempre está disponible como un camino para concretar esta entrega. Todavía es posible contribuir a reparar el dolor causado”.
Cuidar y perfeccionar la democracia
“Es necesario cuidar la democracia como sistema político, con el compromiso de perfeccionarla constantemente para que sirva al bien común”, destacan los obispos, añadiendo que es prioritario construir un sistema democrático eficaz y encontrar en la misma democracia” los recursos e instrumentos para abordar los desafíos de nuestra convivencia y progreso, renunciando absolutamente a la violencia política y al quiebre institucional como solución de nuestras divergencias”.
Diálogo y acuerdo al servicio del bien común
El cuerpo colegiado de obispos sostiene que es “imprescindible cuidar el diálogo y el acuerdo social y político como base para la construcción de un proyecto común de país, evitando imposiciones ideológicas y posturas extremas”, un diálogo abierto y respetuoso que “no es el mero consenso superficial y negociador, sino la búsqueda conjunta del bien común, respetando la verdad de la dignidad humana”.
La reconciliación, nuestra más urgente tarea
Finalmente, Los Obispos de Chile sostiene que la fe cristiana, uno de los pilares de nuestra patria “nos recuerda el primado del amor”. Esto debería llevarnos como sociedad “a crecer en amistad cívica, en diálogo y en participación, hasta llegar a compartir los valores esenciales que han de configurar nuestra existencia como pueblo”.
“Así podremos caminar como una sociedad reconciliada, que no niega las diferencias entre nosotros, pero las integra en un proyecto compartido, sobre la base de la verdad, la justicia, el perdón y la fraternidad”, proponen los pastores, citando las palabras del Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien en 1974 resaltó que la Patria “es fundamentalmente alma, alma colectiva, alma de un pueblo, consenso y comunión de espíritus”.
El Episcopado concluye el mensaje, dado a conocer este 27 de julio, invitando a todos los creyentes a orar por el país y pedir el don de la reconciliación. También invocan a la Virgen del Carmen para que nos enseñe a “construir una gran nación de hermanos donde cada uno tenga pan, respeto y alegría”.
– Leer y descargar el Mensaje de los Obispos “Felices los que trabajan por la paz”, a 50 años del Golpe de Estado.