Rafael Domínguez y otros hermanos y hermanas de varios países y de distintos continentes, experimentaron un modo sinodal de vivir la misión.
Durante tres semanas en Poitiers, Francia, religiosas y religiosas de los Sagrados Corazones, entre ellos Rafael Domínguez, participaron en la «Sesión Poitiers», que es una experiencia transformadora que reafirma el compromiso con el carisma de la Congregación y fortalece los lazos de fraternidad y comunión.
Tres intensas y emotivas semanas de formación y profunda espiritualidad vivió nuestro hermano Rafael Domínguez Johnson en la experiencia denominada “Sesión Poitiers”, en Francia, que se realizó del 2 al 20 de julio último. De Chile, además de Rafael participaron las hermanas SS.CC. Rosa Ester Quintana, Violeta Vidal y María Concepción Vegazo.
SESIÓN POITIERS
La Sesión Poitiers es un programa de formación intensiva y profunda que busca equipar a sus participantes con las herramientas necesarias para vivir y transmitir el carisma de la Congregación en el mundo de hoy, siempre manteniendo un fuerte vínculo con su historia, valores y espiritualidad.
El programa toma su nombre de la comuna del centro de Francia llamada Poitiers. Se trata de una ciudad que está estrechamente vinculada a la historia de los Sagrados Corazones. Por eso la conexión con estos espacios es crucial en la formación teórica y práctica del evento pues proporciona- a quienes participan- una comprensión profunda de su misión y carisma.
Así, la misión toma un énfasis particular en cómo vivir y aplicar el carisma de los Sagrados Corazones en las distintas realidades contemporáneas, adaptando la misión fundante a los desafíos actuales de la sociedad y de la Iglesia.
Lo anterior se complementa con un tiempo significativo para la oración, la meditación y la reflexión personal, permitiendo profundizar en su espiritualidad y fortalecer su relación con Dios.
EL TABOR SSCC
“Cuando los hermanos y las hermanas hacen una evaluación y, aún más, se van llenos de alegría por haber vivido una experiencia intensa de tres semanas de ir a las raíces carismáticas de la Congregación, para alimentarse y buscar respuestas a los desafíos del futuro, entonces, diría que la experiencia ha sido de subir al Tabor para luego bajar y comprometerse en lo cotidiano”, explica nuestro hermano español Fernando Cordero, integrante del Gobierno General y del equipo organizador del programa.
FRATERNIDAD Y COMUNIÓN
Al consultarse a Rafael Domínguez por su experiencia en la Sesión Poitier, lo primero que manifestó fue “la experiencia muy enriquecedora en la fraternidad entre hermanos y hermanas de distintos continentes pese a algunas dificultades de idioma. El ambiente fue muy alegre y bien compartido”, comenta. “Todos y todas pusieron de su parte para que saliera lo mejor posible. Esto demostró que somos de la misma familia a pesar de venir de culturas tan distintas”.
En efecto. Este año 2024 participaron en la experiencia de Poitiers más de 30 hermanas y hermanos pertenecientes a Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia (Polinesia), India, Indonesia, México, Paraguay, Perú, y República Democrática del Congo, según detalla la lista de participantes.
RECORRIDO ESPIRITUAL
Rafael relata con entusiasmo todo lo que recorrió y vio en este proceso. Dice: “el haber estado, por ejemplo, en la tumba de los fundadores y de los hermanos beatos mártires de la Revolución de la Comuna de París en 1871, haber visto la imagen original de Nuestra Señora de la Paz que está en la capilla de Picpus, más algunas de las reliquias de estos hermanos mártires (que están en la misma capilla); o haber estado en la casa de la familia de Damián de Molokai donde vivió de niño y joven, es muy impresionante”, afirma.
En Lovaina, Rafael junto a las y los participantes de la Sesión Poitiers 2024, tuvo “la oportunidad de visitar la tumba de Damián; y en Monteagudo, ir a la iglesia donde Damián se despidió de su mamá que no volvió a ver”. Y entre los lugares de impacto histórico-espiritual, añade la misma ciudad de Poitiers, “que es la ciudad madre de la Congregación; aquí estuvimos en la Gran Maison y, en su interior, la habitación de la Buena Madre, del Buen Padre, el oratorio clandestino donde nació la Congregación, entre muchas otras cosas”.
CUNA DEL CARISMA
Y prosigue su relato: “la capilla grande de la Grand Maison, tiene un tabernáculo que era del Buen Padre y hoy sigue usándose como tabernáculo. Estuvimos, también, en el Castillo de La Motte D’ Usseau, en cuyo granero el Buen Padre estuvo escondido como cinco meses… aquí tuvimos un momento de adoración… Todo eso fue… bien, bien impresionante”, afirma con emoción.
Rafael cuenta, además, que fueron a la casa natal del Buen Padre, a la casa natal de la Buena Madre, y a los lugares sagrados de los respectivos bautismos. “Estuvimos en la Iglesia donde fue bautizado y ordenado diácono el Buen Padre, la Iglesia donde hizo su primera predicación, su primera misa, y de donde tuvo que salir arrancando”.
Asimismo “vimos los recorridos de la Buena Madre, las distintas casas por las que pasó antes de que se fundara la Congregación. La casa que está al frente de la Gran Maison era de la familia de la Buena Madre y ahí vivía con su mamá. Y así… muchos, muchos lugares importantes para la Congregación, incluso muchos más de los que he contado ahora”.
DESAFÍOS Y COMPROMISO HOY
Como tercer aspecto a enfatizar, Rafael apunta a la reflexión central que fue “mirar los desafíos a los que se enfrentaron nuestros Fundadores, y a la luz de estos mirar los desafíos que tenemos hoy. Es decir, enfrentarlos iluminados por la experiencia fundante, por las experiencias de Damián y de los beatos mártires. En definitiva, cómo ser fieles al carisma fundacional en los tiempos de hoy. Esto es lo esencial de esta rica experiencia espiritual”, concluyó nuestro hermano.
Por lo mismo, Fernando Cordero destacó finalmente: “cuando un grupo de más de treinta personas, con diferentes idiomas, logran entenderse, rezar, compartir, bailar, reír, caminar juntos… significa que la experiencia está muy en línea con esta Iglesia inclusiva y de comunión. Estar juntos nos hace conocernos y conocer nuestros límites, también nuestras posibilidades. En este sentido creo que estamos en la onda de la Iglesia, como querían nuestros Fundadores, donde la sinodalidad ha de cocerse en lo concreto de nuestras relaciones y al servicio de la misión, especialmente junto a los más pobres, que no se nos puede olvidar”. / APN