Una serie de actividades organizó la parroquia San José de Libertad para dar gracias por la vocación de nuestro hermano. Esta celebración incluyó misas de acción de gracias, convivencias y saludos de sus pares de congregación que, aunque están lejos, estuvieron presentes enviando un video de saludo, dando un toque muy familiar y uniendo a las comunidades parroquiales, de la congregación y a la familia de sangre de Cristian, quienes cruzaron la cordillera en grupo para acompañarlo.
Las comunidades de la parroquia San José de Libertad se vistieron de fiesta para celebrar los 25 años de sacerdocio de Cristian Sandoval sscc. La primera de las actividades se realizó el mismo 14 de agosto, día de su ordenación, con una eucaristía de acción de gracias en honor a San Maximiliano Kolbe, mártir de nuestra Iglesia. Este evento es muy significativo para Cristian, ya que hizo coincidir su ordenación con el aniversario de la Pascua de este fraile franciscano.
El sábado 17 de agosto, la celebración continuó con la llegada de la familia de Cristian, quienes cruzaron la cordillera desde Chile para estar presentes en este momento tan especial. Después de la eucaristía, se realizó un compartir fraterno en el salón social de la parroquia, donde todos disfrutaron de una comida preparada colectivamente.
La fiesta estuvo animada por música en vivo, con los novicios cantando en la celebración de su maestro, y la propia familia de Cristian animó la velada con canciones de Violeta Parra, añadiendo un toque chileno a la celebración. “Fue una celebración muy familiar, no solo entre los parientes de Cristian, sino entre toda la comunidad, donde todos éramos una gran familia”, comentó Marcela Spagnoletti, agente pastoral de la parroquia San José.
Por su parte, su familia, en voz de su hermana Ingrid Sandoval, expresó: “Gracias por querer tanto a mi hermanito”.
“Quiero ser un rostro de Dios para otros”
En su homilía durante la eucaristía del 17 de agosto, nuestro hermano Cristian Sandoval sscc reflexionó sobre los 25 años de su sacerdocio, con una mezcla de humildad y gratitud.
Reconoció los desafíos y aprendizajes de estas dos décadas y media, confesando: “Me da vergüenza porque seguramente van a decir cosas bonitas de mí, pero la verdad es que me doy cuenta de que he hecho muy poco de esto”. Recordó cómo el Señor lo ha guiado a lo largo de este camino, llevándolo a hacer cosas que nunca imaginó, y reflexionó sobre el significado de llegar a este hito, mencionando que “tal vez estos veinticinco años, estos primeros, son tiempos de aprendizaje”.
Cristian también expresó su agradecimiento a la comunidad y a su familia, quienes lo han acompañado en este viaje espiritual. Subrayó la importancia del apoyo mutuo, diciendo: “Lo más hermoso es saber que no estoy solo, que en este camino nadie lo hace solo, que hay una comunidad que nos acompaña”. Concluyó su homilía con un sincero agradecimiento por todo el amor y la compañía que ha recibido, tanto de su familia de sangre como de la comunidad religiosa, pidiendo al Señor que siga guiando su camino y el de todos aquellos que lo acompañan en su misión.
En una reflexión profunda sobre su vocación, Cristian compartió: “Para mí, lo más lindo es que puedo ser yo mismo. No tengo que ponerme un modo de ser establecido. Con mis alegrías, defectos y equivocaciones, puedo ser yo mismo donde sea”. También destacó que lo más difícil de su ministerio ha sido acompañar el dolor de aquellos que enfrentan sufrimientos sin solución.
La celebración concluyó con un ambiente de gratitud y alegría, reflejando los lazos de amor y compromiso que el padre Cristian ha forjado a lo largo de su vida sacerdotal, tanto con su familia como con su comunidad. “Quiero ser un rostro de Dios para otros”, afirmó con humildad y esperanza, sintetizando el propósito que lo ha guiado durante sus 25 años de servicio.
También quisieron estar presentes sus hermanos de congregación por medio de un saludo en video:
