Organizado por la Confederación de Religiosos de Latinoamérica y el Caribe (CLAR), el encuentro convocó a religiosos, religiosas, laicos y jóvenes para reflexionar durante cuatro días sobre la construcción de una cultura vocacional viva. En la jornada se cuestionaron las estructuras pastorales tradicionales y se propuso el seguimiento de Jesús como camino transformador.
El seminario internacional, titulado “Comunidades vocacionales, testigos creíbles”, se llevó a cabo en Chile, del 10 al 13 de octubre de 2024, en la Casa de Ejercicios Loyola, en Padre Hurtado. La instancia reunió a 98 personas provenientes de 17 países, entre ellos miembros de 25 comunidades religiosas —como los Sagrados Corazones y la Congregación del Buen Pastor—, además de 24 laicos y laicas comprometidos.
Entre los asistentes estuvo Adrián Neira, coordinador provincial de Pastoral Juvenil, quien representó a la Congregación Sagrados Corazones. Adrián resaltó la riqueza del encuentro, subrayando la importancia de la participación intergeneracional y la integración de los laicos: “El entorno de discernimiento se enriquece con la apertura e implicación de los laicos en estos espacios”, señaló. Además, valoró la disposición de la CLAR para cuestionar las estructuras pastorales tradicionales: “Fue significativo ver cómo se atrevían a desafiar lo que siempre se ha hecho”.
El representante de la congregación SSCC también destacó la relevancia de los testimonios compartidos, como el de Nadieska Almeida, HC, quien aportó su experiencia de vida religiosa: “Redescubrí con alegría que la ‘pedagogía de Jesús’ siempre ofrece un camino para acompañar a los jóvenes”, comentó. Para él, el seminario fue un llamado constante a la reflexión y al compromiso: “Lo vivido nos invita a una reflexión más profunda y dinámica en nuestra comisión de Pastoral Juvenil”.
A lo largo de las jornadas, los participantes analizaron los desafíos actuales y se enfocaron en despertar esperanza en la juventud. Roberto Astorgar, del equipo de Pastoral Juvenil del Buen Pastor, enfatizó: “Hemos sido convocados para asumir unidos la tarea de construir una cultura que entusiasme y apasione con el Jesús del Evangelio”.
Astorga valoró la honestidad con la que se abordaron las dificultades: “Fueron cuatro días para dialogar con honestidad, mirar las grietas que duelen pero que también sanan, y despertar esperanza en la juventud. Estos días tuvieron sabor a fraterna comunión y a terca esperanza en la fuerza renovadora de Dios”.
Por su parte, María Eugenia Farías, religiosa de la Congregación del Amor Misericordioso, describió el seminario como una oportunidad invaluable para explorar soluciones más allá de las respuestas simplistas: “Nos sorprendió descubrir que no había una receta para solucionar esta problemática. Lo que quedó claro fue el llamado a ser testigos creíbles en nuestra vida cotidiana, siguiendo los pasos de Jesús”.
Un tema central que emergió durante el seminario fue la construcción de comunidades fraternas. Farías reflexionó:
“Seguir a Jesús es un don preciado que solo se sostiene en la comunidad y por la comunidad”.
Cerró su testimonio con una reflexión personal: “Lo que me quedó en el corazón fue el gran desafío de vivir mi opción por la vida religiosa de manera coherente, anunciando y denunciando la injusticia en nuestro mundo, y promoviendo el amor y la misericordia con los que más lo necesitan”.
El seminario concluyó con un renovado compromiso entre los participantes de ser testigos creíbles del Evangelio en sus comunidades, inspirando con su testimonio de vida y proponiendo caminos de esperanza y fraternidad.