La nueva encíclica del papa Francisco llamada en latín Dilexit Nos, que significa «Él nos ha amado», tiene un enfoque que resalta tanto la dimensión espiritual como la implicancia pastoral de esta devoción, subrayando la importancia de llevar este amor al plano comunitario, social y misionero. A continuación, una crónica sobre los principales contenidos de este importante documento.
No podría apuntar más al centro de nuestro carisma que la nueva encíclica Dilexit Nos del Papa Francisco «Sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo» que publica este jueves 24 de octubre, teniendo en el trasfondo la parte conclusiva de la segunda asamblea del Sínodo de la Sinodalidad y en el contexto de las celebraciones por el 350 aniversario de la primera manifestación del Sagrado Corazón de Jesús en 1673.
Es la cuarta encíclica del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, y el Papa la publica en uno de los momentos más dramáticos para el género humano, según ha expresado el mismo Vaticano en Vaticans News. «Guerras corrosivas, desequilibrios sociales y económicos, consumismo desenfrenado, nuevas tecnologías que corren el riesgo de distorsionar la esencia misma del hombre, marcan la era moderna y el Pontífice pide entonces, a través del documento titulado Dilexit nos (Él nos ha amado), cambiar la mirada, la perspectiva, objetivos, y recuperar lo más importante y necesario: el corazón».
El Papa Francisco, en esta encíclica, nos invita a sumergirnos en la profundidad del amor de Cristo, representado en su Corazón. Este símbolo, tradicionalmente visto como un signo de devoción íntima, adquiere una renovada relevancia y una misión más amplia en la actualidad: transformar el mundo desde la ternura y el amor gratuito.
Francisco articula una visión pastoral que insiste en que la devoción al Corazón de Jesús no puede quedarse en la esfera personal o meramente devocional. El desafío pastoral consiste en irradiar este amor en las comunidades, en la Iglesia y en la sociedad. La encíclica destaca que solo un corazón lleno de Cristo puede responder a los grandes desafíos actuales como la secularización, la fragmentación social y la falta de esperanza.
Francisco también nos recuerda que el Corazón de Cristo no es solo un símbolo religioso, sino un llamado activo a la misión. Como comunidad cristiana, estamos invitados a dejar que ese fuego divino transforme nuestras relaciones y nos impulse a ser misioneros del amor, especialmente hacia los más vulnerables. Este enfoque pastoral es una clara invitación a renovar nuestro compromiso con una Iglesia en salida, donde el amor no sea solo una palabra, sino una realidad vivida en la misión de servicio a los demás.
La encíclica subraya que este amor no es teórico ni meramente espiritual, sino que tiene profundas implicaciones sociales. Francisco nos recuerda que, desde el Corazón de Cristo, se nos llama a construir una sociedad basada en la justicia, la paz y la fraternidad. Esto significa, desde una perspectiva pastoral, que las comunidades deben ser espacios donde se cultive este amor y se traduzca en acciones concretas de servicio y justicia social.
Asimismo, se enfatiza la dimensión eclesial de esta devoción. El Corazón de Jesús es el centro de la vida cristiana, y desde él se debe promover una pastoral que no caiga en el activismo vacío, sino que se centre en el encuentro personal y comunitario con Cristo. El Papa recalca que no se trata solo de hacer, sino de ser: ser reflejos del amor de Cristo en un mundo que necesita redescubrir el valor de la compasión y la solidaridad.
La encíclica también hace un llamado claro a la comunidad para que no tema innovar y llevar la devoción al Corazón de Jesús a nuevos contextos y realidades. En este sentido, la pastoral debe ser creativa, cercana, y especialmente atenta a las necesidades de las periferias, tanto existenciales como geográficas. Este es un aspecto fundamental para los agentes pastorales, que deben buscar continuamente nuevas formas de anunciar el amor de Dios en medio de un mundo en cambio.
El documento insiste en que una devoción auténtica al Corazón de Cristo no puede desvincularse de una preocupación por los problemas concretos de las personas. En palabras del Papa, «hablar del amor de Cristo significa hablar también de la dignidad de cada ser humano», especialmente de aquellos que viven en condiciones de miseria o exclusión.
Desde una óptica de renovación pastoral en contexto de transformación cultural, esta encíclica ofrece una guía clara: en el sentido de que el Corazón de Jesús debe ser una acción inclusiva y transformadora. No podemos limitarnos a la oración o a las acciones de culto; nuestra fe debe llevarnos a una misión que toque vidas y sane corazones heridos. El Corazón de Cristo es fuente de sanación y reconciliación, y todos y todas creyentes están llamados a llevar este mensaje de esperanza a todos los rincones del mundo.
Por último, Francisco conecta el Corazón de Jesús con las grandes encíclicas sociales de su pontificado, Laudato Si’ y Fratelli Tutti, recordándonos que el amor de Cristo no está separado de nuestra responsabilidad de cuidar la creación y tejer lazos de fraternidad. En este sentido, la devoción al Corazón de Cristo se convierte en un puente entre la espiritualidad y el compromiso social.
De este modo podemos decir que Dilexit Nos no solo renueva la devoción al Corazón de Jesús, sino que la sitúa en el corazón de la misión de la Iglesia en el mundo actual. Nos desafía a ser testigos de un amor que transforma, que sana y que construye una humanidad más justa y fraterna. / APN
Ir al sitio oficial del Vaticano para la encíclica.
Dilexit es presentada por monseñor Bruno Forte, teólogo, arzobispo de Chieti-Vasto, y por sor Antonella Fraccaro, directora general de las Discípulas del Evangelio. Puede verse aquí: https://www.youtube.com/c/VaticanNews