El Jubileo: Un Tiempo de Perdón y Esperanza
En los meses previos al inicio del Año Jubilar, convocado por el Papa Francisco, el 24 de diciembre de 2024, se recordó el origen de esta tradición, arraigada en los relatos bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Lo que encontramos en estos textos nos asombra, nos interpela y, sobre todo, nos llena de alegría.
En ellos, somos llamados a «perdonar deudas», a «ser perdonados», a «ser misericordiosos y recibir misericordia o “ser misericordiados»; en resumen, a «dar vuelta la página» del rencor y el egoísmo que corrompen el corazón humano. Dios mismo nos da ejemplo de perdón desde la cruz, extendiéndolo a toda la humanidad. Y en palabras de Jesús: «Sean misericordiosos, como mi Padre es misericordioso» (Lucas 6:36). Por ello, muchos creyentes se alegran de esta fiesta del «perdón» y la «esperanza», inspirada en la parábola del Padre misericordioso (Lucas 15:11-32).
«Perdón» y «esperanza» son los términos claves del Jubileo, invitándonos a vivir un Año Santo de reconciliación con Dios, nuestro Padre Misericordioso, y entre nosotros, perdonándonos con ternura y amor fraterno. Esta es nuestra «esperanza», una esperanza que «no defrauda» (Romanos 5:5), sostenida e impulsada por el propio Jesús. Es una esperanza activa que transforma los corazones; nos convierte al amor de Dios y nos impulsa a hacer lo mismo con el prójimo, especialmente los pobres y abandonados. Por eso, se nos invita en este tiempo, a recibir el perdón sacramental a través del Sacramento de la Reconciliación y a practicar diversas obras de misericordia, siguiendo la proclamación de las Bienaventuranzas.
Origen y breve historia de la tradición Jubilar
En 2015, el Papa Francisco convocó a su primer Año Santo Jubilar, de carácter extraordinario, anticipándose al período habitual entre Jubileos. El tema central fue la Misericordia de Dios, resaltando este atributo divino que define la esencia del Dios de Jesucristo, donde afirmar que Dios es misericordioso es equivalente a afirmar que Dios es amor (1 Juan 4:8).
En el antiguo Israel, el jubileo (del hebreo yōbēl, «cuerno de carnero», instrumento con el que se anunciaba la fiesta) era un año sagrado. Según la ley de Moisés, la tierra, cuya propiedad última pertenecía a Dios, debía regresar a sus antiguos dueños y los esclavos debían recuperar su libertad. Se celebraba cada 50 años. El catolicismo adoptó esta práctica para crear su propia tradición jubilar.
En la era cristiana, tras el primer Jubileo en el año 1300, Bonifacio VIII estableció su celebración cada 100 años. Inicialmente, se mantuvo la frecuencia de 50 años, siguiendo la tradición judía, pero luego se modificó a 33 años y, finalmente, a ciclos de 25 años a partir del Papa Pablo II, aunque algunas guerras interrumpieron esta regularidad.
El Jubileo se vive en Diego de Almagro
En nuestra diócesis de Copiapó, el Año Santo Jubilar se celebra de manera particular, adaptándose a las circunstancias específicas de cada parroquia e instancia pastoral, en sintonía con la propuesta general de la Iglesia.
Nuestra parroquia Espíritu Santo, para la conmemoración de su cincuentenario hace 10 años, eligió el lema “Un camino del Espíritu Santo para vivir junto a su pueblo”. Debido a los graves daños causados por un aluvión que afectó a Chañaral, El Salado y Diego de Almagro, causando víctimas y desolación, se suspendió gran parte de la programación. Dada su pertinencia y actualidad, hemos mantenido este lema para que nos acompañe durante todo este año.
Es así como la parroquia Espíritu Santo del ex Pueblo Hundido, hoy Diego de Almagro, celebró por partida doble este jubileo. Se conmemoraron los 60 años de su creación por Mons. Juan Francisco Fresno y la declaración del templo parroquial como templo jubilar del valle norte de la diócesis (que en otras diócesis correspondería a un decanato).
Es así como en marzo, la comunidad parroquial celebró estas dos conmemoraciones, y se acordó continuar la celebración durante el año, con festividades en Pentecostés (8 de junio) y la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) con el cierre del año Jubilar. Estas celebraciones fueron una ocasión para recordar y agradecer a los laicos, sacerdotes, religiosas y consagradas que han entregado lo mejor de sí en la labor evangelizadora en esta localidad, marcada por la sacrificada labor minera.
Memoria Agradecida.
La palabra “re-cordar”, que significa “volver a pasar por el corazón”, expresa el sentimiento que animó el homenaje de la Memoria Agradecida. Se buscó traer al presente la vida y el legado de más de 60 personas y sus familias. El sábado 22 de marzo, se realizó una emotiva ceremonia en el templo parroquial, donde se reconoció a estos 60 laicos y a algunas agrupaciones (la alcaldía, el Centro Cultural Pueblo Hundido, la Biblioteca municipal y los seis bailes religiosos de la parroquia). El reconocimiento consistió en la entrega de un libro con la historia de la parroquia, elaborado por los hermanos Enrique y Ricardo Pizarro Castillo. Este momento fue realzado por un video que mostró las fotografías de los homenajeados, tanto de los que están vivos como de los difuntos, que fueron representados por sus familiares.
Al día siguiente, el domingo 23 de marzo, se celebró una eucaristía en conmemoración de los 60 años de la parroquia Espíritu Santo, con la presencia de los sacerdotes de los Sagrados Corazones (SS.CC.) Gabriel, Rafael y René, quienes acompañan pastoralmente a esta comunidad. La misa concluyó con un compartir fraterno y la tradicional torta de cumpleaños.
Finalmente, el domingo 30 de marzo, con la presencia de nuestro obispo diocesano, Ricardo Morales Galindo O de M, se declaró solemnemente nuestro templo como templo jubilar del Valle Norte. Participaron en esta celebración delegaciones de las parroquias Nuestra Señora del Carmen de Chañaral y Divino Salvador de El Salvador.
Todas estas festividades estuvieron acompañadas del colorido simbolismo de guirnaldas, pendones y telas con los cuatro colores del logo del Jubileo de la Esperanza, que adornaron los muros, el frontis y el campanario de la parroquia. Estos cuatro colores (azul, verde, amarillo y rojo) representan los continentes donde está presente la fe católica, representada en un gesto de abrazo a la cruz de Cristo. Esta cruz, dinámica y curvada hacia la humanidad, sale a su encuentro y no la deja sola, ofreciendo la certeza de la presencia de Dios y la seguridad de la esperanza, simbolizada por un ancla.
A pesar de estas hermosas y gozosas celebraciones, no olvidamos que vivimos en medio de realidades difíciles, injustas y tristes, como la contaminación ambiental, los suicidios juveniles, las adicciones y la situación de los ancianos pobres y abandonados, realidad que estuvo presente en las oraciones y ofertorios.
En este contexto, los cristianos y la parroquia jubilar queremos ser luz, testimoniando con acciones concretas que “la esperanza no defrauda” (Romanos 5:5).
Por ello, concluyo repitiendo parte del mensaje que nos entregó nuestro obispo, Ricardo Morales, al declarar nuestra parroquia como uno de los templos jubilares: “Un templo jubilar es una gracia que el Papa Francisco nos regala, y que en esta diócesis podremos vivir en este año, en cuatro templos ubicados en el norte, centro y sur de nuestra diócesis. Allí se reconocerá la bondad de Dios y se experimentará su misericordia. Estos templos serán un espacio donde se revela con claridad cómo es el Corazón de Dios”. Confiamos en que este corazón del Padre misericordioso nos seguirá acompañando hasta el próximo aniversario jubilar, anunciando y denunciando lo que amenaza la esperanza y el jubilo cristiano.
René Cabezón sscc
Párroco solidario, Parroquia Espíritu Santo












