Pastoral Vocacional

La Pastoral Vocacional SS.CC. busca acompañar el proceso humano y espiritual de encuentro con Jesús, para ayudar a responder de forma serena y madura al proyecto que Él ofrece en el Evangelio como plenitud de vida. De esta manera se busca promover una cultura vocacional que atraviese toda la vida del discípulo y la discípula de Jesús, permitiendo que Dios actúe en su vida abriéndose a preguntas como: ¿Qué papel juego en todo esto? ¿Dónde y con quiénes me invita el Señor a gastar la vida?

Como alguna vez el joven Samuel (cf. 1Sam 3) respondió al llamado de Dios diciendo: “Habla Señor, que tu servidor escucha”, hoy cada una de las personas podrá responder con un corazón libre y dispuesto al susurro del Dios de la historia “para entrar en el dinamismo interior del Amor de Cristo por su Padre y por el mundo, especialmente por los pobres, los afligidos, los marginados y los que no conocen la Buena Noticia.” (Constituciones SSCC n°6).

Postulantado

En esta etapa  se invita al postulante a vivir una experiencia de fraternidad profunda en una comunidad religiosa; a hacer un proceso de crecimiento integral vivido especialmente a través del acompañamiento personal de los hermanos formadores; y a hacer un discernimiento vocacional de la voluntad de Dios para su vida, donde adquiere mucha importancia el cultivo de la vida espiritual.

Además, se invita a aventurarse en las primeras experiencias pastorales como religioso, con el objetivo de ir aprendiendo a estar pastoralmente de una manera distinta de acompañamiento según el nuevo estado de vida que se está experimentando, en alguna de las obras que la Congregación tiene en Santiago, en alguna capilla de nuestras parroquias, o en un Centro Pastoral Juvenil (CPJ) o en el colegio.

En la dimensión académica, dependiendo de la experiencia previa de cada postulante, normalmente se inician los estudios de Filosofía, o bien, si se ve necesario se hace algún programa de preparación a los estudios humanistas, o se finalizan procesos de estudio previos, etc.

Al finalizar este proceso de dos años, los hermanos postulantes hacen sus “promesas”, las cuales constituyen el primer paso de compromiso más serio y formal para con la comunidad. Ese es el espacio donde, además, se recibe la primera cruz de la Congregación, hecha con sencilla madera de corazón de espino, pero completamente lisa, aún sin los Sagrados Corazones grabados a fuego en la madera.

Noviciado

El Noviciado abarca todo el tercer año en el camino de nuestra vida religiosa. Es un tiempo privilegiado para la iniciación teórica y práctica de los candidatos en una vida espiritual profunda, así como también en la vida religiosa y en el carisma de la Congregación, con el que se espera vayan conformando progresivamente su corazón y su mente.

Por ser una etapa centrada en la vida espiritual en la que se toca el corazón de la vida religiosa, se asume de una manera completamente distinta a la anterior, se suspenden los estudios académicos y se estructura más la vida cotidiana de manera de favorecer la contemplación, el silencio y la oración. 

Al ser un año más alejado del movimiento y ajetreo de la vida más normal, el Noviciado busca generar en los hermanos un espacio propicio para discernir más calmadamente las motivaciones y los fundamentos de su vocación, para ver cómo está presente en su vida la voluntad del Dios que los ha llamado por su nombre. En esta etapa se vivencian la rutina del trabajo manual y de la contemplación, además de la formación cristiana y religiosa. 

Es importante en esta etapa la relación con el formador, que aquí se denomina “maestro” y es de quien depende el régimen de los novicios. Se procura establecer con el maestro una relación que ayuda al novicio a profundizar en la experiencia del discipulado frente al único verdadero Maestro que es Jesús. 

El Noviciado concluye con la decisión vocacional de profesar – por tres años – los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, paso que marca el final de estos primeros tres años de discernimiento y conocimiento mutuo con la comunidad religiosa. En la ceremonia de los votos temporales son grabados a fuego los corazones en nuestras cruces y eso sella, también, la voluntad de permanecer como un hermano más en esta Congregación, para vivir y morir al servicio de los SS.CC.

Etapa de Profesos

La profesión de los votos temporales que se hace al final del noviciado en forma pública recibidos por el superior respectivo de la Congregación en nombre de la Iglesia, y acompañados por los hermanos de la provincia y también por la familia, marca un hito importante en el camino de formación a la vida religiosa. 

La etapa de profesos está subdividida en dos sub etapas; la primera se vive normalmente en una comunidad de estudiantes profesos acompañados presencialmente por dos formadores, y, la segunda, corresponde a lo que llamamos “Cuarta Etapa”, de la que hablaremos más adelante.

Esta tercera etapa marca el comienzo de un periodo de mayor compromiso en la vida de nuestra Congregación, pues ya se es un hermano SSCC propiamente tal, que se proyecta junto a los hermanos de la provincia y asumiendo con ellos la misión cotidiana que Dios nos ha encomendado. Es un etapa en la que, luego de haber decidido permanecer en la Congregación, se profundiza en la identidad religiosa de cada hermano, comenzando así un proceso de búsqueda que intenta responder a la pregunta “¿qué tipo de religioso SS.CC. quiero ser? ¿de qué modo me pide Dios que viva mi vocación como religioso de los SSCC?”. Es una etapa de mayor libertad, de mayor compromiso personal para ir haciendo vida lo aprendido en las dos etapas anteriores y es el periodo apropiado para ir haciéndose un adulto en la vida religiosa.

Esta etapa se prolonga durante tres años, interrumpidos, sin embargo, por el año pastoral entre el segundo y el tercer año (en rigor, son cuatro años en total). Este tiempo está marcado, además, por el regreso a un ritmo de vida más normal, asumiendo mayores responsabilidades pastorales en las obras de la Congregación y retomando el curso de los estudios universitarios, normalmente en la Facultad de Teología de la PUC. Esta es la etapa donde generalmente se concluyen los estudios de filosofía y se comienza la teología. 

 

En resumen, los aspectos más fundamentales de estos años en la etapa de profesos son: La búsqueda y configuración de la identidad personal SS.CC. de cada hermano; la vida de comunidad que se organiza y sostiene entre todos; el estudio serio y sistemático de la filosofía y teología; y el compromiso pastoral cada vez más involucrado en la vida y los caminos de las comunidades que acompañamos.

Año Pastoral

Esta experiencia se incorpora durante la etapa de Profesos y tiene como objetivo la inserción del hermano profeso en una comunidad religiosa apostólica; el trabajo apostólico en una obra de la Congregación; la práctica pastoral seria, consistente, acompañada y evaluada; la realización de estudios propiamente pastorales; y la continuidad del proceso personal y vocacional del hermano.

Durante este año el estudiante profeso, si bien vive en una comunidad apostólica, permanece bajo el acompañamiento del formador de la etapa de profesos y participa de algunas actividades propias de la etapa (retiros, jornadas). No obstante lo anterior, se le pide a un hermano de la comunidad apostólica que realice el acompañamiento pastoral o tutoría de la práctica pastoral del estudiante de manera de que todo lo que viva en su práctica pastoral sea reflexionado, profundizado e incorporado como experiencia de aprendizaje y de discernimiento vocacional; como un medio para ir desarrollando sus propias habilidades y descubriendo su identidad como religioso apostólico.

Durante este año se congelan los estudios de Teología y se parte a alguna comunidad SS.CC. en el mundo que pueda recibirles y acompañarles. Es, también, una experiencia de mayor apertura y responsabilidad frente a la misión de nuestra congregación, donde el estudiante se integra en la vida de una comunidad que ya trae un recorrido previo y que tiene a su cuidado alguna obra de los SS.CC.

El Año Pastoral no solo exige salir de los lugares ya conocidos (lugar pastoral, la universidad o el país), sino que, más aún, invita a abrirse a una experiencia cultural y congregacional totalmente nueva, donde el Señor vuelve a modelar a la luz de las necesidades y búsquedas de esa comunidad local en la que poco a poco el estudiante se  va integrando. Al concluir el Año Pastoral, normalmente se vuelve a la comunidad de Profesos durante un año más, antes de pasar a la última de las etapas en nuestra formación: la Cuarta Etapa.

Cuarta Etapa

En esta etapa se deja de vivir definitivamente en la estructura de una comunidad de formación y se integra formalmente a alguna de las comunidades apostólicas de la Provincia Chile-Argentina. En una primera instancia, el traslado suele darse dentro de Santiago, puesto que la Cuarta Etapa suele coincidir con los últimos años de estudios teológicos y, sobre todo, con el tiempo de preparación del examen de grado. 

Una vez terminado este proceso académico, el hermano ya está listo para partir a donde sea que la misión lo lleve, ya sea dentro de Chile o bien en el extranjero. El sentido más profundo de la Cuarta Etapa es ayudar a la integración del profeso en la vida religiosa apostólica de la Provincia y de la Congregación. Por tanto, tiene como objetivo facilitar ese proceso de incorporación plena, con todos los derechos y deberes; ayudar a hacer una síntesis teológica personal al finalizar los estudios; participar del modo de vida que encontrará una vez terminada la Formación Inicial; discernir y prepararse para la profesión religiosa; y ofrecer una formación teórico-práctica para el ministerio sacerdotal y el discernimiento adecuado para esta vocación ministerial.

Durante esta etapa se sigue contando con el acompañamiento de un formador que, aunque no está presencialmente en la comunidad, es el responsable de procurar la continuidad del proceso formativo del estudiante en cuestión, de mantener el contacto con la comunidad apostólica respectiva, redactar los informes que se requieren periódicamente, elaborar un programa de preparación a los votos perpetuos y a las ordenaciones cuando corresponda y preparar, junto al candidato, el paso desde la Formación Inicial a la Formación Permanente.

Votos Perpetuos y Ordenación

Los votos perpetuos marcan el final de la formación inicial para los hermanos que no se proyectan como sacerdotes en el futuro.

Lo más común es continuar, luego de un año o dos de votos perpetuos, con la ordenación diaconal y, luego, con la ordenación sacerdotal, asumiendo así las tareas y la vocación propias de un pastor dentro de la Iglesia.

Finalmente así, se deja atrás la formación inicial que nos ve crecer y se comienza a caminar en lo que llamamos la formación permanente, la cual durará hasta el final de nuestros días como hermanos y sacerdotes de los Sagrados Corazones.

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